La Vanguardia (1ª edición)

El Primavera Sound vive una noche mágica con Radiohead

La banda liderada por Thom Yorke ofreció un concierto excepciona­l en la presentaci­ón de su nuevo álbum

- Esteban Linés Barcelona

Una tremenda expectació­n rodeó anoche la actuación de Radiohead, el mayor atractivo a priori de la presente edición del festival Primavera Sound. Hacía casi un decenio que el carismátic­o quinteto no aparecía por la ciudad, y desde entonces se ha convertido en un fenómeno que va mucho más allá del inconfundi­ble rock que practican.

Mucho antes de la hora de arranque, la ingente esplanada frente al escenario estaba atestada de decenas de miles de impaciente­s aficionado­s. Thom Yorke y compañía aterrizaba­n en Barcelona en el marco de la gira mundial de presentaci­ón de su novísimo álbum, A Moon Shaped Pool. La comunión entre grupo y público fue indudable, pero quizás lo más sobresalie­nte fue ver como Radiohead se ha recreado, comenzando por el propio Yorke, que anoche en el escenario se mostró expansivo, nada huidizo.

El concierto se extendió a lo largo de dos ahoras y más allá de las veinte canciones, y lo llamativo es que los cinco primeros temas de la velada fueran cinco cortes de su flamante obra: Burn the witch, Daydreming, Decks dark, Desert island disk y Ful stop. Temas complejos, alguno de tempo pausado, alguno más abrupto, pero lo cierto es que todos funcionaro­n. La banda, la guitarra y el bajo especialme­nte construían extraordin­arias arquitectu­ras. A partir de esa descarga inicial superada con éxito –magnífica escenograf­ía, sobre todo lumínica, primeros planos acelerados y fragmentad­os de primeros planos de los músicos–, hubo para todos los gustos, con arreglos novedosos en algunos. Fueron desfilando, ante la rendición general, National anthem, No surprises o Karma police, pero hubiera sido indiferent­e porque anoche se estaba oyendo el rock de ahora mismo, es decir, Radiohead.

Ben Watt y Bernard Butler encuentran una complicida­d perfecta para sus virtudes La propuesta sonora de Beirut, sincrética y muy atractiva, motivó la fraternida­d colectiva

Ellos fueron la gran atracción de una jornada que tras su actuación aún tenía pesos pesados en la recámara: Tortoise, Last Shadow Puppets, Animal Collective, Holly Herdon o los gaseosos Beach House. Aún así, la porción de horario civilizado permitió de todo, como empezar con una doble dosis de pop y rock catalán de contrastad­o nivel aunque –ayer– de más bien flaca audiencia. Comenzaron los Inspira del siempre recomendab­le Jordi Lanuza en un escenario tan hermoso pero desolador si no viene público como es el Ray-Ban; casi a continuaci­ón irrumpiero­n los gerundense­s Aliment, que dejaron buen sabor de boca ante un auditorio más poblado. Hubo tiempo, aunque se solapaban a nivel horario, para comprobar in situ que la propuesta de White Fence no deja insensible a nadie. La psicodelia a golpe de distorsión, acordes repetitivo­s o rítmica alucinada que firma el california­no Tim Presley es eficaz sin caer en la huera pirotecnia.

Quien sí cumplió las expectativ­as con creces fue el aparenteme­nte modesto Ben Watt, un músico y creador artístico nunca suficiente­mente valorado en estas latitudes. Venía el londinense a saldar la deu- da pendiente del año pasado, cuando tuvo que cancelar su concierto anunciado por un accidente físico. Segurament­e, la demora de un año ha sido beneficios­a para todos. Fue una lección musical muy Ben Watt y muy fiel a lo que había anunciado: repaso a sus dos últimos discos, obras de canciones realizadas tras un decenio inmerso en la música electrónic­a, con algunos vistazos a su gloriosa época en Everything but the Girl e incluso antes. Además de su incuestion­able arte para elaborar hermosas melodías, de dotarlas de unos arreglos tan sucintos como eficaces, Watt tenía a

su lado a Bernard Butler, colega de época y oficio, sobresalie­nte guitarrist­a nacido en los primeros Suede. Ayer, su desbordant­e dominio del instrument­o supo canalizarl­o con mesura e imparable virtuosism­o, sin caer nunca en el exhibicion­ismo. En unos tácitos turnos, Watt compensaba aquellas intensas pinceladas guitarrera­s con posicionam­iento acústico, con esa voz con la que sabe convencer al más reacio.

Lo de Beirut es bastante impresiona­nte. Una banda de estilístic­a fusión, hilvanada en tor- no y gracias a Zach Condon que funciona como peculiar imán atrayendo infinidad de influencia­s estilístic­as. Ante una multitudin­aria afición multinacio­nal, el sexteto –con tres vientos que son el nudo gordiano del asunto– ofreció un repertorio muy agradecido para multitud de gustos sobre unas melodías rápidament­e tarareable­s pero con la base temática del folklore balcánico como posible eje: desde el inicial Scenic world hasta Gulag pasando por The akara o Perth, todo fue bienvenido en esta fiesta de raíz.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Thom Yorke aplicó toda su experienci­a para dominar el escenario
ÀLEX GARCIA Thom Yorke aplicó toda su experienci­a para dominar el escenario
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain