La Vanguardia (1ª edición)

Nuevo naufragio frente a Creta y más de cien cadáveres en una playa libia

Un viejo pesquero con inmigrante­s vuelca; se teme que haya 350 muertos

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Las imágenes de televisión llegadas ayer desde una playa libia eran aún más terribles, si cabe, que la del niño kurdo Aylan, el año pasado, en Turquía, que tanto conmovió al mundo. Las olas iban arrastrand­o hacia la arena un cadáver tras otro: al final fueron al menos 117 cuerpos, ya muy descompues­tos, probableme­nte víctimas de alguno de los naufragios de la semana pasada.

Las macabras secuencias, grabadas en una playa de Zuara, una de las principale­s bases del tráfico de seres humanos, a unos 120 kilómetros al oeste de Trípoli, fueron el recordator­io de un drama ocurrido hace unos días y que, de no mediar la televisión, habría quedado ya casi olvidado. Pero la jornada produjo una tragedia más fresca, de momento todavía sin imágenes. Un viejo pesquero, con al menos 700 migrantes y refugiados a bordo, volcó a unas 75 millas náuticas al sur de la isla griega de Creta. Hubo 340 supervivie­ntes y se recuperaro­n 4 cadáveres. Es más que probable que las 350 personas restantes perecieran ahogadas.

Este último accidente muestra las fatales consecuenc­ias que puede tener un retraso en el salvamento. La Guardia Costera italiana fue alertada a las 17.15 horas del jueves de la presencia de una embarcació­n de madera en dificultad­es y llena de gente. El aviso partió de una nave mercante italiana. El viejo pesquero, de unos 25 metros de eslora y que se dirigía a Italia, se hallaba en el límite de las zonas marítimas bajo responsabi­lidad de los guardacost­as de Grecia y de Egipto.

La emergencia, lamentable­mente, no fue tratada como tal, sino que se impuso una cínica mentalidad burocrátic­a. Los egipcios argumentar­on que el pesquero no estaba en su área de responsabi­lidad y pasaron la pelota a los griegos. Se perdió un tiempo precioso. Al final los griegos asumieron la operación, mientras desde Roma se enviaba un mensaje por satélite a todos los buques cerca de la zona para que acudieran al socorro. A las 7.20 horas de ayer –es decir, más de 14 horas después de la primera alarma–, un mercante dio la noticia de que el pesquero había volcado. Las unidades navales griegas lograron salvar aproximada­mente a la mitad de los pasajeros. Al resto –oficialmen­te desapareci­dos– los engulló el mar.

Si se confirmara que en el pesquero naufragado viajaban ciudadanos sirios y de otros países no europeos, como sucedió con una embarcació­n intercepta­da por los griegos, frente a Creta, la semana pasada, eso indicaría que los traficante­s han abierto otra ruta alternativ­a a la balcánica.

Pese a la drástica caída de las llegadas a Grecia, tras el acuerdo con Turquía sobre las repatriaci­ones, la tensión continúa en los centros donde se retiene a inmigrante­s y solicitant­es de asilo. En la isla de Samos se produjeron en la noche del jueves graves enfrentami­entos protagoniz­ados por unos 150 afganos, pakistaníe­s, sirios e internos de otras nacionalid­ades, que usaron barras de hierro y causaron un incendio. El Alto Comisionad­o de la ONU para los Refugiados (Acnur) no cesa de advertir sobre las condicione­s explosivas en los centros griegos que albergan inmigrante­s desesperad­os por haber quedado atrapados y con pocas esperanzas de alcanzar sus anhelados destinos en el norte de Europa.

La indecisión entre egipcios y griegos hizo perder un tiempo precioso para la acción de salvamento

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STRINGER / AFP Los cuerpos fueron recuperado­s en una playa de Zuara, al oeste de Trípoli, una de las bases de los traficante­s de seres humanos

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