La normalidad regresa al Everest
Tras dos años sin cimas, el Techo del Mundo registra unas 500 ascensiones, la primera protagonizada por Gyalzen Sherpa
Tras dos años sin que nadie alcanzara la cima del Everest, Shera Gyalzen Sherpa se convirtió el pasado 11 de mayo en la primera persona que coronaba esta montaña. Este guía de altura nepalí, junto con otros ocho sherpas a sueldo de diferentes expediciones, despejaba así el camino hacia la cumbre a clientes llegados de todo el mundo. Por la vertiente nepalí, esta temporada más de 400 alpinistas han culminado los 8.848 metros del Everest a los que hay que sumar cerca de 100 del lado del Tíbet, según un primer recuento provisional. El Techo del Mundo, una suculenta fuente de divisas para Nepal, vuelve a la normalidad, aunque este pequeño país del Himalaya todavía sufre las consecuencias del devastador terremoto que hace un año sesgó 9.000 vidas.
El número de ascensiones ha sido similar al de 2012, cuando se contabilizaron 601, según el registro de Himalayan Database, y algo inferior al de 2013, con 650, según las mismas fuentes. La montaña se “cerró” en el 2014, a causa de un alud que mató a 16 sherpas en el glaciar de Khumbu, y en el 2015, por el seísmo que enterró a 20 personas en el campo base. Con tales antecedentes este era un año incierto. La industria del Everest ansiaba recuperar un público de alto poder adquisitivo que da trabajo a miles de personas sobre todo en el valle de Khumbu. “Nepal necesita el turismo más que nunca para ayudar a reconstruir el país, además es la clave para generar empleo y desarrollo en áreas remotas”, apunta Ang Tshering Sherpa, presidente de la Nepal Mountaineering Association (NMA), en un comunicado en el que destaca el papel determinante que tienen los sherpas para que los candidatos a coronar el Everest tengan más posibilidades de conseguirlo y más seguridad. Ang Thsering se refiere a los nueve sherpas que instalaron cuerdas desde los 8.000 metros y hasta la cumbre el pasado día 11, entre los que estaba el citado Shera Gyalzen. “Ellos pusieron su vida en peligro y su trabajo se ha traducido en que más de 400 escaladores (por la cara nepalí) hayan tenido éxito”, añade el presidente de la NMA.
De las alrededor de 500 cumbres, sólo cinco se consiguieron sin la ayuda de oxígeno artificial: las del iraní Azim Gheychisaz, de los americanos Melissa Arnold, Cory Richards y David Roeske y de la ecuatoriana Carla Pérez, según el cómputo del portal Altitude Pakistan, especializado en los 14 ochomiles del Himalaya y el Karakórum. Cabe señalar que la utilización de oxígeno suplementario aumenta el rendimiento de manera artificial, con lo que los expertos consideran que subir el Everest con O2 es como culminar un pico de unos 6.600 metros.
Precisamente, Billi Bierling, del equipo de la veterana Elizabeth Hawley, considerada la máxima autoridad en el Himalaya y que gestiona el citado Himalayan Database desde Katmandú, subraya que dos de las ascensiones más destacadas han sido las de “Melissa y Carla, que han incrementado de cinco a siete el número de mujeres que suben el Everest sin la ayuda de oxígeno artificial”. Por otro lado, lamenta “las cinco muertes confirmadas en la cara sur. En la norte un americano que subía sin O2 estuvo a punto de fallecer, pero tuvo la suerte de que una expedición chilena le proporcionara oxígeno”. “Pienso –añade en una entrevista a este periódico– que esta temporada ha sido un éxito a pesar de que la montaña se convierte cada vez más en un espectáculo mediático y más y más gente intenta ser los primeros de algo, y eso van tan lejos como ser el primer vegano en llegar a la cima. Tengo la sensación de que se escala el Everest por vanidad y va a peor cada año. Los medios esperan que se produzca un desastre para informar negativamente de la montaña más alta del planeta”.
Bierling, que esta primavera ha entrevistado en Katmandú a unas 120 expediciones con rumbo a los principales picos del Himalaya, se refiere a sucesos trágicos como la muerte de la vegana australiana Maria Strydom, de 34 años, a causa de las complicaciones derivadas del mal de altura. Strydom se encontraba junto a su marido, Robert Gropel, a más de 8.000 metros de altitud, en la conocida como Zona de la Muerte, cuando exhausta y con síntomas de ceguera de la nieve decidió parar. Su pareja siguió hacia la cima y al regresar se reencontró
La cara trágica son las cinco muertes, entre ellas la de una australiana que expiró en brazos de su marido
con su mujer, que expiró en sus brazos unos metros más abajo. Otro miembro de la misma expedición, Eric Arnold, holandés de 36 años, también pereció por causas similares en el descenso, tras pisar la cumbre. A estas hay que sumar las defunciones de tres alpinistas de India que se perdieron en la Zona de la Muerte. Al menos 30 personas han sufrido congelaciones y mal de altura esta temporada, según el periódico Kathmandu Post.
La buena noticia para los nepalíes se la dio una compatriota, Lakhpa Sherpa, de 42 años y madre de dos niñas afincada en EE.UU. Lakhpa consiguió su séptimo Everest rompiendo su propio récord de ser la mujer que más veces ha coronado el Techo del Mundo.