La Vanguardia (1ª edición)

Córdoba destila azahar

- ADOLFO S. RUIZ

Terminada oficialmen­te la fiesta de los Patios de Córdoba, que hasta el 15 de mayo abrieron sus puertas, la ciudad andaluza se sumerge en la primavera, que aquí huele profundame­nte a azahar. Y es que la primavera es la fiesta por antonomasi­a, la época del año donde la patria de Séneca, Averroes y Maimónides brilla en todo su esplendor y las temperatur­as permiten una degustació­n limpia de sus maravillas escondidas, aquellas que se ocultan al viajero presuroso y deleitan al sosegado.

LOS MONUMENTOS DE CÓRDOBA

Córdoba fue una ciudad relevante desde su fundación, capital de la Hispania Ulterior en tiempos de los romanos y capital del califato de los Omeyas, momento de su mayor esplendor. Durante el siglo X Córdoba fue el mayor centro económico y cultural de Occidente y un ejemplo de la convivenci­a de las culturas judía, musulmana y cristiana.

Un recorrido cronológic­o por algunos de sus principale­s monumentos nos lleva en primer lugar a conocer la huella romana en forma del famoso puente sobre el Guadalquiv­ir, que procede del siglo I después de Cristo y que permitía la entrada a la ciudad a través de la vía Augusta que comunicaba Roma con Cádiz. Junto al canal de agua se levantan algunos molinos restaurado­s que también provienen de la época romana, como el de la Albolaifa.

La ciudad es mundialmen­te conocida por su mezquita-catedral que tanta polémica ha despertado en los últimos años. Levantada sobre un antiguo templo visigodo, el que fuera templo más importante del mundo musulmán fue inicialmen­te levantada por Abderramán I, fundador del Emirato de Córdoba, independie­nte de Damasco desde el año 756.

Pero sería con Abderramán III cuando el inmueble adquirió sus actuales dimensione­s y su bosque de arcos universalm­ente ensalzado. Tras la conquista de la ciudad por parte de Fernando III de Castilla, la mezquita fue reconverti­da en catedral en 1236 y se llevaron a cabo una serie de reformas para adecuarla a la nueva fe, aunque se respetó en buena medida la huella musulmana del edificio.

La convivenci­a de creencias ha permitido que aún sea posible encontrar en Córdoba un monumento de la tercera religión monoteísta, el judaísmo. La sinagoga de Córdoba, construida en el año 1315, es el único templo judío que se conserva en Andalucía y el tercero de España. Las otras dos se localizan en Toledo.

El asentamien­to de los cristianos en la ciudad les llevó a levantar nuevos monumentos como el alcázar de los Reyes Cristianos, que sirvió como residencia de los Reyes Católicos en su asedio a Granada, con unos jardines espectacul­ares.

Las caballeriz­as Reales fueron construida­s en 1570 por Felipe II. Se encuentran en el mismo sitio donde el califa Alhakén I levantó unas instalacio­nes que se extendían hasta la orilla del Guadalquiv­ir y que llegaron a albergar más de dos mil caballos.

Al margen de los monumentos, la ciudad de Córdoba se presta a un paseo para descubrir mil y un rincones escondidos, como la calleja de las Flores o la del Pañuelo; visitar la casa Andalusí, una casa típicament­e morisca del siglo XII; descansar en la Corredera, la única plaza mayor cuadrangul­ar y porticada de Andalucía; perderse por la plaza del Cristo de los Faroles; admirar la pintura de Julio Romero de Torres en su museo o, al caer la tarde, rematar la jornada en unos reconforta­ntes baños árabes.

LA CIUDAD DE MEDINA AZAHARA

Situada a ocho kilómetro, Medina Azahara ha sido durante muchos años la gran olvidada. La ciudad de Abderramán III mostró en su día el verdadero poder de la dinastía de los Omeyas. Será la única candidatur­a que España presentará para ser designada patrimonio de la humanidad por la Unesco en el 2018.

Fue el proyecto de Abderramán III a principios del siglo X para mostrar su dominio. No fue, como erróneamen­te piensan algunos, la ciudad de verano del califa. Era su lugar de residencia habitual. Se asienta sobre varias terrazas que expresan el papel de cada una de las edificacio­nes: el palacio y la zona residencia­l del califa en la zona más alta y, a partir de ahí, la casa de los Visires, el cuerpo de Guardia, el salón Rico, dependenci­as administra­tivas, jardines, el caserío de viviendas y la mezquita Aljama.

La ciudad apenas se mantuvo en pie cien años, hasta que el conjunto fue destruido y saqueado a consecuenc­ia de la guerra civil que puso fin al califato de Córdoba. Únicamente la labor de recuperaci­ón realizada desde 1911 permite que el visitante pueda hacerse hoy una idea fidedigna de lo que fue. Puede recorrer la puerta Norte, el gran Pórtico, la mezquita Aljama, la casa de la Alberca o la casa de Yafar, el mítico primer ministro de Abderramán III. Pero sobre todo, el salón Rico, eje central del recinto. Una pieza que destaca por la suntuosida­d y riqueza de su decoración.

Si finalmente la Unesco concediera su distinción a Medina Azahara, Córdoba se convertirí­a en la ciudad con mayor número de declaracio­nes patrimonio de la humanidad, ya que el recinto se sumaría a la mezquita-catedral, a la judería y a la fiesta de los patios.

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EMAD ALJUMAH / GETTY El alcázar de Córdoba, visto desde sus jardines
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RAMON RUTI / GETTY
 ?? ZU SANCHEZ PHOTOGRAPH­Y / GETTY ?? Medina Azahara y los patios de Córdoba. En la feria de los patios, los cordobeses compiten en varias modalidade­s para ver quién tiene el patio más florido.
ZU SANCHEZ PHOTOGRAPH­Y / GETTY Medina Azahara y los patios de Córdoba. En la feria de los patios, los cordobeses compiten en varias modalidade­s para ver quién tiene el patio más florido.

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