La Vanguardia (1ª edición)

Dentro de la manzana

- Llucia Ramis

Cuando vas al Primavera Sound por primera vez, sientes lo mismo que cuando visitaste Nueva York: has oído hablar tanto de él, que te resulta delirante y familiar. Todo te suena, porque la música en los escenarios es la de tu playlist. Todo te fascina, porque supera lo que habías imaginado. Todo se mezcla, los ritmos y el olor de los frankfurts, la brisa marina, el sudor a las cinco de la tarde y, al pasar a su lado, el de los urinarios desde donde, dicen las malas lenguas, de madrugada se deslizan riachuelos sospechoso­s.

También dicen que, para burlar el precio de la bebida, semanas antes del festival, cuando la entrada aún es libre, los avezados vienen a enterrar botellas de ginebra en los parterres, alrededor de la inmensa explanada hormigonad­a del Fòrum de les Cultures. Con el sol cayendo a plomo, estará bien destilada. El skyline lo definen los rascacielo­s de Diagonal Mar. En la costa hay un chill out con tumbonas hoy vacías. Y entre la gente que va llegando mientras anochece, ves desde hipsters con moño hasta una chica vestida de sirena o de pez. Lleva un ceñido traje de escamas. Se hace una selfie frente al Beach Club, donde sirven Paella Sound. La moda este año son

Igual que la Gran Manzana, tampoco el Primavera te lo acabas nunca, siempre hay algo por descubrir

las camisetas sin mangas, de sisa ancha y nada debajo.

Igual que la Gran Manzana, tampoco el Primavera te lo acabas nunca. Siempre hay algo por descubrir, algo que mirar, algo que escuchar. Junto a la extensión verde de Heineken, a juego con las papeleras del Ayuntamien­to, hay un lugar llamado The Subidón Box. Cuando pasas por el Firestone Stage, te regalan una gorra, y en Ray-Ban, una cámara desechable. Un indie de verdad te regala el CD de un colectivo chileno. Hay un auditorio Rockdelux, una terraza Martini, una casa Bacardí, un escenario H&M. Las marcas son los puntos cardinales de esta geografía. El staff va sobre ruedas, en bicicletas con motor o buggies parecidos a los de golf.

¿Cómo es posible que una barcelones­a como tú nunca estuviera en el Primavera? La ciudad ha pasado de ser capital del modernismo al moderneo, y es imperdonab­le que te perdieras uno de sus máximos referentes, si tendrías que perderte en él. Pero tú nunca fuiste fashion, ni moderna, ni siquiera mod. “Eres la primera persona que viene aquí con una mochila del Institut Ramon Llull”, comenta un periodista en la sala de prensa. Igual que en Brooklyn, todos son más cool y más pro que tú. Y sin embargo, no te encuentras fuera de lugar. Mierda. Esto engancha.

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ÀLEX GARCIA El público, de lo más diverso, volvió a llenar el recinto del Fòrum
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