El arte revive la fábrica Can Trinxet de l’Hospitalet
La propuesta de Districte Cultural forma parte de Loop
Situada en el barrio de Santa Eulàlia, en l’Hospitalet, Can Trinxet es un antiguo complejo fabril que en su día llegó a ocupar a 365 trabajadores y tuvo su momento de esplendor gracias a la fabricación de popular vellut del tramviaire ,la pana con la que se confeccionaban los uniformes de los trabajadores de la compañía de tranvías de Barcelona. Después de décadas de abandono, adentrarse en el recinto fue como penetrar “en La Zona imaginada por Andrej Tarkovski”, dice Sabel Gavaldón, comisario barcelonés afincado en Londres, a quien el Districe Cultural de l’Hospitalet retó a imaginar una exposición para su reapertura de puertas. El resultado es 1000 cavalls de potència, una exposición que forma parte del festival Loop y en la que las obras seleccionadas parecen haberse confabulado con el espacio para crear una experiencia de memoria y tiempo congelado.
La apertura de puertas de Can Trinxet tiene carácter temporal, hasta que cierre la exposición, el el 19 de junio. 1000 cavalls de potència tiene la ambición de ser mucho más que una muestra de vídeo, aunque cuenta con dos películas memorables. Fordlandia (2014), un viaje de Melanie Smith a las ruinas de Fordlandia, la colonia industrial que Henry Ford fundó en la selva amazónica de Brasil en la década de 1920. Su idea era cultivar masivamente caucho natural para la fabricación de neumáticos. Una empresa en medio de la nada que, por muchas razones, acabó en un fiasco tan monumental como el sueño que la impulsó. La artista británica recorre ahora las ruinas por las que ahora transitan animales constatando, “con un placer obvio”, señala Gavaldón, cómo la selva a reconquistado su lugar. El segundo filme, que se proyecta alternativamente en el otro extremo de la nave, es Double Dawn (2014), del cineasta austríaco Lukas Marxt, una grabación en tiempo real de lo que parecen dos salidas del sol en apenas media hora: la primera luz del alba seguida de un eclipse solar en el marco de una mina de uranio de Australia.
Entre uno y otro, Gavaldón ha dispuesto una serie de esculturas e instalaciones que acrecientan el aspecto postindustrial del espacio pero que en realidad encierran mucha vida. El cable de telecomunicaciones de Nina Canell que parece un fósil de los millones de conversaciones que un día circularon por él; la música casi intangible de Rolf Julius pero que se hace visible en las palpitaciones de las cenizas depositadas sobre unas macetas; las estructuras de acero suspendidas del techo de Iza Tarasewick en cuya base crecen colonias de hongos o los relieves pedagógicos de los mineros de Arnao (Asturias) que Fran Meana recupera para convertirlos en una potente metáfora de múltiples resonancias.
La propuesta del Districe Cultural que dirige Albert Mercader se completa con una segunda exposición en el edificio de galerías y artistas de la calle Isaac Peral. Se trata de Sketches, de Patricia Dauder, una exquisita y sutil propuesta donde, además de dibujos y una escultura, la artista proyecta en una pantalla suspendida en medio del espacio una colección de diapositivas Dins i fora, que reúne imágenes realizadas desde los años noventa tanto de su entorno personal, como de sus viajes y procesos de trabajo.