La Vanguardia (1ª edición)

El nuevo Atila

Los propios republican­os se echan las manos a la cabeza tras el insulto de Trump a un juez

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

Ypor supuesto el inevitable Trump.

Es el nuevo Atila. A diferencia del caudillo de los hunos, a él no le hace falta caballo para arrasar con todo. No hay quien diga algo que le disguste y no sea blanco de su ira.

Da lo mismo que sea conservado­r –¡pobre Mitt Romney!–, que sea Hillary Clinton –“debería estar en la cárcel”, este es su último recado a la exinvitada a sus fiestas matrimonia­les– o sea un periodista que no escribe a su dictado y se le ocurre indagar.

Desde cualquier prisma de la sociedad estadounid­ense, el tupé del presunto nominado republican­o emerge como avanzadill­a de su caballería verbal.

La ruta hacia la Casa Blanca se ha bifurcado y tomado, en principio, direccione­s inesperada­s.

Los politólogo­s sostienen que, dada la virulencia del choque entre los demócratas Clinton y Sanders –aseguran que más duro que el anterior entre Hillary y Obama– restañar la unidad será más difícil de lo previsto.

En cambio, y pese a lo que se pensaba de entrada, la victoria anticipada de Donald Trump en la nominación, propició que se hablara de pronta restauraci­ón de la concordia, aunque el inmobiliar­io y showman irrumpió como un elefante en cacharrerí­a.

Pasan los días, y salvo Romney, derrotado por el presidente Barack Obama hace cuatro años, y el comentario de no pocos cargos del partido para excusar su presencia en la convención de julio en Cleveland (Ohio), otras cimas del Great Old Party ha ido cediendo en sus reticencia­s. Todo sea por el partido, insisten en su giro trumpista.

Paul Ryan, presidente del Congreso y máximo cargo republican­o del país, hizo de tripas corazón y anunció esta semana que “estoy listo para apoyar al presunto nominado”.

A las pocas horas tuvo que salir para corregir a su candidato por su salida de tono con el juez Gonzalo Curiel, que investiga una supuesta estafa en la denominada Trump University. A petición del The Washington Post, el magistrado tuvo que hacer públicos documentos incluidos en la causa. La reacción de Trump estuvo vinculada a su famoso muro en la frontera del sur. “El juez Curiel se debería recusar a sí mismo porque su actuación está marcada por los prejuicios al ser mexicano”. El juez Curiel, de 62, nació en Chicago.

Naturalmen­te, Hillary Clinton no dejó pasar la oportunida­d. “El juez Curiel y su familia simbolizan el sueño americano”. También recordó que uno de sus hermanos combatió en Vietnam, guerra de la que se escaqueó el joven y patriota Donald. “Su comentario lo incapacita para ser presidente de este gran país, una nación de inmigrante­s”, añadió.

Así que la unidad de los republican­os parece más que frágil, a expensas de la bilis de su elegido. La sonora respuesta de la ex primera dama la comparten en murmullos muchos republican­os. Defensores del constituci­onalismo, el arrebato de Trump lo ven como un ataque a la separación de poderes y una muestra de autoritari­smo. No pocos se preguntan qué puede suceder si a Trump se le da el bolígrafo presidenci­al, qué leyes firmará. Un dato le define. Según el

USA Today, el magnate se ha visto involucrad­o en 3.500 acciones legales ante los tribunales en las últimas tres décadas. Desde luchas millonaria­s por casinos a demandas por difamación. Sin duda, en caso de llegar a la Casa Blanca será el litigador en jefe.

Trump acusa al juez que instruye una estafa de tener prejuicios porque su familia emigró de México Paul Ryan se decide a apoyar al magnate, que en su carrera acumula 3.500 litigios ante los tribunales

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RICH PEDRONCELL­I / AP Donald Trump, en un mitin de campaña celebrado en el aeropuerto de Redding, California

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