Una leyenda europeísta
JOSEP DURÓ (1933-2016) Futbolista
Los futbolistas como Josep Duró, fallecido el viernes a los 83 años, explican la pasión que despertaba el fútbol “de proximidad” en los años sesenta. Duró fue uno de los puntales del mejor CE Europa después de la postguerra, cuando el club de Gràcia militó cinco temporadas en Segunda División (entre 1963 y 1968) y el campo de la calle Sardenya hervía cada domingo al mediodía.
Josep Duró jugaba de centrocampista, les llamaban entonces “volantes”, y se distinguía por una clase, desplazamiento de balón y seriedad más propias de la primera división. Había entonces muchos jugadores en Tercera que hoy serían titulares en equipos de primera y Duró ya había debutado en Primera con el Barça en El Molinón. Pocos eran los elegidos y muchos, como Duró, iban cedidos aquí y allá –con el añadido del servicio militar–, lo que explica que llegase al mejor Europa procedente del Racing de Santander, tras haber jugado en el Murcia, Oviedo, España Industrial y el Ceuta.
Había ilusión, afición y presidentes mecenas en aquel Europa de principios de los sesenta en el que Duró alcanzó la cifra de 161 partidos oficiales y fue uno de los artífices del novelesco ascenso a Segunda División, alcanzado en 1963 a costa de la UE Lleida, que sufrió el mismo arbitraje infame que el Europa había sufrido un año antes frente al Langreo, cuando el equipo de la minería asturiana debía ascender a Segunda por razones políticas (una forma de aplacar el descontento de la cuenca minera asturiana).
Ya en Segunda y puntal de aquel Europa que rozó el ascenso a Primera, Duró se convirtió en un seguro de vida que realzaba la categoría y personalidad de los Pampols, Pedrín, Tomás, Boada, Salud, Marcaida, Joseíto, Elizondo, Rojas o Bordons... La lista es injusta, por incompleta, como injusta era la vida y el fútbol de aquellos años, entre grandezas y golferías. “Duró tenía una técnica excepcional y era muy responsable
Duró había debutado con el Barça, pero su clase se hizo para alegrar aquel gran Europa de los sesenta
fuera del campo. ¿Leñero? Para nada, los jugadores técnicos repartían poco”, recuerda Pampols, la “araña negra” de aquel Europa eufórico y popular que llegó incluso a eliminar en la Copa al vigente campeón, el Real Zaragoza, en partido televisado, un hecho muy noticioso en la época (lo que hoy denominarían algunos “un hecho histórico”). La clase y la presencia del gran Duró sobrevuelan aún hoy el Nou Sardenya, el feudo del Europa, un club de afición exigente y aristocrática, entrada, ay, en años y memoria.