Puyal: estructura de Estado
Ver a Joaquim Maria Puyal en TV3 nos permitió viajar en el tiempo y compartir dos horas necesarias. El retorno de Puyal como director y presentador de la gala conmemorativa de los 40 años de retransmisiones de “futbol en català” estuvo marcado por la excepcionalidad de la obra homenajeada y el contexto de programación del acontecimiento. Que un profesional organice su propia gala es una anomalía, y sólo se entiende si se acepta la monumentalidad del trabajo realizado y la voluntad de reconocer la aportación de los colaboradores invitados. El perfeccionismo de Puyal, ponderado por sus colegas, le obliga, por coherencia, a no dejar en manos de otro una auditoría sentimental que le pertenece. Resultado: para no tener que asumir errores ajenos, él tenía que ser objeto y sujeto. La obsesión por el control de los detalles debió intervenir hasta hacer innegociable cualquier otra alternativa y, no nos engañemos: a según qué edad no puedes arriesgarte a que a nadie se le ocurra aprovechar la rotundidad de los números redondos para montar un encuentro retrospectivo y justo que, por el tono, me recordó los que la Academia de las Ciencias y las Artes de Hollywood organiza en honor a sus artistas. Pero como la perfección no existe (ya lo decía mi padre: “Perfectos, lo que se dice perfectos, quedamos pocos”) y resulta difícil definir los límites entre perseverancia y obstinación, el homenaje a la TdP nació con una disonante contradicción estructural: hacer una gala televisiva para conmemorar un formato radiofónico y, además, emitirla en directo por la radio. Además, la retransmisión coincidió con un final de temporada de fútbol y la integridad del relato quedó fragmentada por varias conexiones con los escenarios de la noticia. La gala televisiva, en cambio, tuvo mayor continuidad y no sufrió ningún abismo narrativo entre el propósito y el medio escogido. Sobrio, preciso, carismático, con la capacidad comunicativa intacta, Puyal apareció protocolaria y deliberadamente trajeado (como el día del pregón de las fiestas de Mercè) y, como maestro de una ceremonia que reinterpretaba los límites del culto a la personalidad, repasó cuarenta años de carrera sin perder de vista una intención
Se alternaron los testimonios de jugadores y trabajadores del Barça y las anécdotas de compañeros de retransmisión
inequívoca: subrayar la calidad colectiva de su obra, tanto en lo que a la competencia de sus colaboradores se refiere (una lista de apellidos que dignifican la transmisión bidireccional maestro-discípulo) como a la riqueza del intercambio con sus oyentes. Se alternaron los testimonios de jugadores y trabajadores del Barça y las anécdotas de compañeros de retransmisión, sometidos a un libro de estilo evolutivo y formativo. Consciente de la excepcionalidad del acto y de la inevitable deriva hacia la antología de batallitas, Puyal empezó nervioso, como si le cayeran encima todas las condiciones que él mismo se había impuesto. Pero enseguida recuperó el ritmo, basado más en el control de las propias emociones y la astucia de evitar el exceso de espontaneidad que en la complacencia en sus propias virtudes. Y, una vez más, las leyes del riesgo se impusieron: siempre es más fácil llegar a la excelencia desde el trabajo y la defensa de un ideario (la presencia de Guardiola fue, en este sentido, muy gráfica) que desde la improvisación, el oportunismo o el resultadismo. Y después, como ocurre en el fútbol, los pequeños detalles deciden si se gana, se empata o se pierde.