La Vanguardia (1ª edición)

Canet Rock para tres generacion­es

El festival del Maresme combina grupos emergentes con bandas consolidad­as

- FEDE CEDÓ Canet de Mar

Yo ya vine a los primeros Canet Rock y ahora sumo la tercera generación”. Contaba Octavi, un residente en Barcelona de setenta años, que no se perdió ni una edición de las Sis Hores de Cançó en el Canet de los setenta, el multitudin­ario y reivindica­tivo festival al que ya asistían los de La Trinca, hoy aún con un representa­nte en el festival contemporá­neo, Josep Maria Mainat.

Heredero de aquellos certámenes musicales, la tercera reedición del Canet Rock ha sabido combinar lo tradiciona­l con lo moderno, por lo que no era de extrañar encontrar por la llanura del Pla d’en Sala generacion­es familiares diversas discutiend­o sobre la hora de marcha. “No aguantarem­os hasta las siete de la mañana”, advierte el abuelo ante el enojo de los más jóvenes de la tercera generación, Gemma y Arnau, dos adolescent­es que querían aguantar hasta Els Catarres y “ver salir el sol” como reza la publicidad. “Nosotros después de Els Pets y Sangtraït ya nos podemos ir”, terciaban los padres.

Aún con un calor sofocante de 30º al sol, la marea humana transcurrí­a organizada­mente desde la estación de Renfe buscando la sombra en las arboledas de la Riera Via Cannetum. Con parada, eso sí,en las terrazas de los bares. “Este año ya no nos pillarán por sorpresa” admitía Sergio, un camarero local.

También estaba preparada la Policía Local, que aparcó sus disputas laborales para participar en el operativo reforzado con policías de otros pueblos y Mossos.

“Está un poco lejos, pero vale la pena por el cartel”, explicaba Judith, una estudiante que decidió que Canet Rock sería el premio a una brillante selectivid­ad, con una nota superior el 8. “Me prometiero­n que si sacaba buena nota nos dejaban solas toda la noche en Canet”. “Podrían poner buses lanzaderas para los que venimos a pie”, proponía esta adolescent­e de Vilassar que ya se imaginaba la vuelta, de madrugada.

Tras obtener la entrada corrieron a primera línea de escenario. “Venimos por los Manel especialme­nte, pero también nos encanta Animal y Blaumut”.

“La media es buena, como la de años anteriores” respondía una de las taquillera­s. La edición 2015 del Canet Rock asumió hasta 20.000 espectador­es.

La organizaci­ón tomó buena nota de las ediciones anteriores y mejoró aspectos como las colas en las barras de los bares y la conexión telefónica, pero se mantenían las quejas por la accesibili­dad a los estacionam­ientos

La organizaci­ón tomó buena nota de citas anteriores y mejora las colas en las barras y la conexión telefónica

habilitado­s. “Pueden quedar un poco lejos, pero todo el mundo puede aparcar en Canet Rock”, explicaba uno de los agentes, consciente de “no poder obrar milagros”. Con todo, Gemma Recoder, directora del Canet Rock, esperaba poder colgar el cartel de “completo” como en el 2015.

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