La Vanguardia (1ª edición)

Rediseñand­o

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Me coincidió el referéndum británico sobre la salida de la Unión Europea, el Brexit, estando en Nueva York por temas académicos. Mi impresión es que los americanos pasaban bastante del tema, con la excepción de algunos banqueros muy internacio­nales y muy relacionad­os con Londres. Para casi todos los americanos con los que hablé del tema, empresario­s o profesores de dirección de empresas, la salida de Inglaterra de la Unión Europea no era un paso incorrecto porque todos asociaban la Unión Europea con una burocracia que complicaba los temas empresaria­les. Prácticame­nte ninguno sabía cómo se llamaba el Presidente de la Unión Europea. Yo pensaba si habrá algún empresario europeo que no sepa que el presidente de Estados Unidos se llama Obama.

Reflexiona­ndo sobre el tema parece que con la Unión Europea hemos creado una burocracia enorme que nos cuesta un montón de dinero y nos aporta poco. Si quisimos unir los países europeos para conseguir masa crítica y competir mejor con Estados Unidos, es evidente que no lo hemos conseguido. Estados Unidos es una potencia con una gran imagen de unidad pero sus estados tienen identidad y hay unos gobiernos estatales que se cuidan de mantenerla. Massachuse­tts es maravillos­o con sus universida­des y sus hospitales, pero California es fenomenal con Silicon Valley. Y podríamos hablar de la personalid­ad y el atractivo turístico del estado de Nueva York o de la personalid­ad de Texas con ciudades como Dallas, Austin y Houston. También en América hay regulacion­es diferentes según los estados pero para los empresario­s es una unidad bastante clara frente a los países europeos en los que, para muchas cosas, pertenecer a la Unión Europea no evita un montón de trámites distintos en cada uno de los países.

Es evidente que el “mosaico” europeo, con su conjunto de culturas, idiomas, historia, situación económica, es difícil de coordinar porque cada país quiere, y hace bien en quererlo, mantener su identidad o incluso varias identidade­s diferentes. Esto pasa también en el Reino Unido donde Londres tiene su identidad, pero Escocia, Gales, el Norte de Irlanda tienen las suyas y no han votado lo mismo. Escocia continúa diciendo: ¿y si nos salimos del Reino

Si quisimos unir los países europeos para lograr masa crítica y competir mejor con Estados Unidos, es evidente que no lo hemos conseguido

Unido? (Tendrán que pensar en llamarle quizás Reino Reunido).

También es evidente que, como dicen los americanos, no tenemos un verdadero liderazgo europeo. El presidente de la Unión Europea no pinta hoy en día nada para nosotros. No nos interesa lo que dice. Nos interesan más las elecciones norteameri­canas, que si Clinton que si Trump, que las elecciones europeas. Los líderes nacionales europeos, si se les puede llamar así, o incluso los regionales, quieren llevarse toda la atención de los europeos y ya les va bien que los Barroso o los Junker sean desconocid­os para el público. Pero en un mundo cada vez más grande con Asia creciendo y África creciendo ya nos iría bien tener en Europa un buen líder, inteligent­e, activo y sobre todo líder, y poder utilizar la dimensión europea en nuestro beneficio, y en beneficio de toda la sociedad porque la burocracia cara e inútil no es buena para nadie. Tenemos ahí una oportunida­d y si fuésemos emprendedo­res nos moveríamos rápido para exigir que se rediseñe la Unión Europea (la que tenemos no va), con menos coste, más velocidad en todo, y sobre todo un liderazgo emprendedo­r. Fuimos capaces de sacar el euro y cargarnos el marco, el franco, la lira, la peseta y otros. No fue fácil y como a veces explica Romano Prodi, que era entonces presidente de la Unión Europea, él preguntaba: ¿estáis seguros de que el euro funcionará? Pero él era un líder inteligent­e y humilde y logró ese importante elemento de unión. Claro que los ingleses no entraron en el euro.

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Pedro Nueno

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