La agresividad de Trump divide al Partido Republicano
El candidato niega el apoyo en las primarias a destacados dirigentes de su formación
Donald Trump está empezando a provocar demasiados quebraderos de cabeza al Partido Republicano, del que es su candidato para las presidenciales. Ahora, critica a sus dirigentes y les niega su apoyo.
Ghazala Khan le reprochó a Donald Trump desconocer el significado de la palabra sacrificio.
Los Khan perdieron un hijo, Humayun, un soldado estadounidense musulmán, en la guerra de Iraq. Su irrupción pública en la convención demócrata, el pasado jueves, ha provocado un huracán en la carrera electoral de este país, de dimensiones todavía desconocidas, a costa de la ira del candidato republicano. A él no hay quien le tosa. Trump sí domina la semántica de términos como venganza, represalia o escalada verbal. Su actitud está originando una fractura profunda en el republicanismo. Que aún se ha agravado más sólo dos semanas después del cónclave de Cleveland, donde salió nominado y con la promesa de mantener unido al GOP, la siglas de Great Old Party que abandera.
A rebufo de esta nueva polémica, de la que no se arrepiente, ahora incluso se niega a dar su apoyo, entre otros cargos electos del partido, a Paul Ryan (presidente de la Cámara de Representantes) o al senador John McCain, que afrontan primarias este mes en Wisconsin y Arizona, respectivamente. También ha menospreciado a la senadora Kelly Ayotte (Nuevo Hampshire), a la que dejó de tonta para arriba, porque se ha atrevido a criticar su maltrato a los Khan.
“Si se pelea con todos los que disienten de él, perderá”, pronosticó Bill O’Reilly, uno de los referentes entre los opinadores conservadores, desde el púlpito de la Fox, su cadena amiga.
Dicen que Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano, se ha quedado paralizado ante esta guerra de guerrilla interna. Sostienen que Priebus, sabedor del daño que causa la arremetida contra los Khan, ha rogado a los máximos dirigentes y a los donantes que ofrezcan a Trump un margen de tiempo para lograr su “readaptación”.
De momento, el colectivo de legisladores mantiene públicamente su voto y su confianza hacia él, a pesar de su airada reacción. Sin embargo, existe el temor de una deserción en masa y en algunos medios se baraja la posibilidad de sondear “activamente” el nombre de otro candidato en la reserva, por si acaso, aunque esta opción parezca hoy remota.
El presidente Barack Obama planteó el martes cómo es posible que la cúpula conservadora salga continuamente a marcar diferencias con su candidato, al que incapacitó, y le mantengan su aval. Les afeó que esa contradicción juega contra ellos –palabras huecas– y el partido. Pero los hay que ya han roto el consenso y el sentido de la corrección política.
Además de Richard Hanna, congresista por Nueva York, Meg Whitman, exaspirante conservadora a gobernadora de California, directora ejecutiva de Hewlett Packard y una de las principales contribuyentes de los republicanos, también ha anunciado que cruza la línea y que dará su sufragio a Hillary Clinton.
“Esta vez es diferente. Votar republicano sólo por lealtad significa confiar en un candidato que pienso que explota el enfado, el agravio, la xenofobia y la división racial. La demagogia de Donald Trump ha socavado el tejido de nuestro carácter nacional”, señaló Whitman en un comunicado.
Expresó su disposición a poner su maquinaria para recaudar fondos al servicio de la demócrata, a la
CRISIS ENTRE CONSERVADORES Altos cargos del partido aún le avalan, pero temen una deserción masiva NINGÚN REMORDIMIENTO El magnate se niega a disculparse ante la familia del soldado que cayó en la guerra de Iraq
que califica de experimentada y comprometida con “los fundamentos” de EE.UU. En cambio, al contrincante lo describe como alguien con “carácter autoritario”.
“Uno se pregunta si los dirigentes republicanos han empezado a darse cuenta de que tal vez han ligado su destino y el del partido a un hombre con un desorden de personalidad”, escribió Robert Kagan, ensayista neoliberal.
El magnate no soporta que nadie le contraríe. En sentido adverso a los consejos de sus asesores y de aliados conservadores, como Chris Christie o Newt Gingrich, el inmobiliario neoyorquino no sólo no se ha retractado de su ataque a los padres de un héroe con estrella de oro, sino que la noche del martes declaró a una televisión de Virginia sentir cero remordimientos por ello.
“Me han atacado perversamente desde el escenario y tengo todo el derecho a responder”, clamó en una entrevista publicada ayer por The Washington Post.
La culpa la tiene, sin embargo, el trato injusto que recibe de la prensa. Si los demócratas sacaron en su convención a los Khan, él presentó a Patricia Smith, la madre de uno de los fallecidos en el ataque al consulado estadounidense de Bengasi, el 11 de septiembre del 2012, del que los conservadores han intentado en vano criminalizar a Clinton, entonces secretaria de estado. Trump lamentó que a Smith “casi no le han dado tiempo y a otros, muchísimo”.
En sectores de su campaña cunde cierto desánimo, aseguran los analistas, porque creen que está
OTRA DESERCIÓN REPUBLICANA Meg Whitman describe a Trump como un “autoritario” y anuncia su voto a Clinton
errando el tiro. En lugar de seguir hurgando en el dolor de una familia, sus consejeros le han pedido que se centre en la economía y en el asunto de la seguridad nacional como armas de disputa que esgrimir frente a Hillary Clinton.
Caso omiso. Su provocación ha traspasado límites inimaginables en su enfrentamiento con ¡los líderes del Partido Republicano! Todas las dudas se han disipado. El nominado del eterno enfado, el insulto y el apocalipsis es Richard Nixon y no Ronald Reagan.
En la citada entrevista, Trump expresó su rechazo a entregar su aval a Ryan o McCain. Esta extraordinaria brecha en el decoro que muestra el abismo en el partido, la justifica con la misma expresión que, de entrada, recibió de esos mismos dirigentes. Nada más ganar las primarias, Ryan afirmó: “Todavía no he llegado a ese punto”, cuando le preguntaron si entregaba su aval a Trump.
Le ha devuelto el golpe. El speaker de la Cámara de Representantes, el máximo cargo electo entre los republicanos, afronta el martes su disputa en las urnas con otro aspirante de su partido. Pues a Trump le ha salido la vena irascible y se ha dedicado a elogiar a su oponente, Paul Nehlen, por su buena campaña.
“Me gusta Paul Ryan –comentó– , pero estos son unos tiempos horribles para nuestro país, necesitamos un liderazgo fuerte, muy, muy fuerte”, en una clara expresión de duda y venganza.
Un portavoz de Ryan replicó que no solicitaron el aval de Trump, al revés de lo que este dijo.
En un comunicado, Zack Roday subrayó que “ni Paul Ryan ni nadie del equipo pidió nunca a Donald Trump su apoyo”. Esa parece ser una tendencia reiterada en este ciclo electoral. No se fían de su nominado. Muy pocos republicanos que se juegan su escaño quieren hacer campaña con Trump. Según Politico, han preguntado a medio centenar de candidatos a la Cámara de Representantes, al Senado o que optan a ser gobernadores, y la mayoría de ellos han dicho que no o prefirieron no responder. Mike Pence, su elegido como vicepresidente, dio ayer un entusiasta aval a Paul Ryan.