Daniel Ortega
PRESIDENTE DE NICARAGUA
El presidente de Nicaragua (70 años) concurrirá en las próximas elecciones del país con su mujer, Rosario Murillo, como candidata a vicepresidenta. Cínicamente, presenta la designación como un avance en la igualdad de género.
La dinastía Somoza gobernó Nicaragua durante cuatro decenios hasta que en 1979 la revolución sandinista, comandada por el actual presidente, Daniel Ortega, expulsó del poder a la cleptocrática familia. Paradojas de la historia, Ortega concurrirá a las próximas elecciones acompañado de su esposa, Rosario Murillo, como candidata a la vicepresidencia y lo más probable es que esta nueva dinastía llegue a imponer su ley durante al menos la mitad del tiempo de la dictadura somocista.
“Se hablaba de quién iba a asumir la vicepresidencia para seguir con el buen gobierno de este país; tenía que ser una mujer y quién mejor que la compañera Rosario Murillo, que ha realizado una labor con mucha eficiencia, disciplina, dedicación y sin horario”, dijo Daniel Ortega al acudir la tarde del martes a la sede del Consejo Supremo Electoral (CSE) para inscribir su candidatura matrimonial a los comicios del 6 de noviembre.
De 65 años, Murillo es, después de su marido, la persona más influyente de Nicaragua. Al estilo de Néstor y Cristina Kirchner, conforman una sociedad política y nada se mueve en el país sin su beneplácito, a pesar de que formalmente sólo ocupa el cargo de coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía. Profesora de idiomas y poetisa, participó en la revolución y es pareja de Ortega, de 70 años, desde 1978.
La conyugal fórmula electoral del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) –más otros partidos minoritarios–, que se rumoreaba desde hace meses, confirma la deriva autoritaria de Ortega, después de minar durante la última década, al estilo chavista, todas las instituciones democráticas para controlarlas desde la presidencia.
El último gesto de cesarismo ha sido la destitución de casi todos los diputados opositores. La medida fue adoptada el viernes por la Mesa del Parlamento, ratificando una decisión del CSE, ambos órganos controlados por el oficialismo, al igual que el poder judicial. La oposición califica de “farsa” los comicios de noviembre y ya ha anunciado que no concurrirá. Los legisladores destituidos forman parte de la Coalición Nacional por la Democracia,
La oposición no concurrirá a los comicios tras la destitución de gran parte de sus diputados
que desde el año pasado se manifiestan todos los miércoles en las calles para exigir elecciones transparentes con la presencia de observadores internacionales.
Los observadores de la UE ya expresaron algunas objeciones en las elecciones del 2011, cuando Ortega fue reelegido después del aval del Tribunal Supremo para postularse por tercera vez al cargo pese a la prohibición constitucional. El mandatario había regresado al poder en el 2007 tras haber gobernado también entre 1985 y 1990, enfrentándose a la contrarrevolución.
Ortega va camino de los veinte años al mando, sin contar los casi seis años que formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979-1985). “Serán unas elecciones sin observadores internacionales, declarados non gratos de antemano, y sin un aparato electoral creíble. Tendrán un candidato único, y ya hay un ganador de antemano que pretende sacar más del 90% de los votos. Ya hemos visto esa película”, ha dicho el escritor y exvicepresidente de Ortega en su primer gobierno, Sergio Ramírez, demonizado ahora por el mandatario y su esposa, como muchos de los sandinistas históricos que fueron alejándose de un proyecto revolucionario que nunca logró sacar al país de la pobreza. Hoy, según la Cepal, Nicaragua es el segundo país más pobre de Latinoamérica, después de Honduras.