Luces y sombras
La apertura de una pequeña brecha de luz en las monolíticas negociaciones políticas para alcanzar un pacto de investidura; y el sombrío panorama que ante el calentamiento global y el deterioro de las condiciones de vida que comporta afronta el planeta Tierra.
EL recalentamiento del planeta Tierra crece gravemente, en paralelo al aumento de los gases invernadero, mientras sus efectos se dejan sentir en la creciente subida del nivel del mar por el deshielo de los glaciares, en las sequías cada vez más graves en unas regiones y en la multiplicación de las inundaciones en otras. Es el sombrío panorama que ofrece el informe del 2015 sobre el estado del clima efectuado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, hecho público ayer, en el que han participado 450 científicos de 62 países y que presenta los peores indicadores registrados hasta la fecha. Pero lo más grave es que el calentamiento del planeta sigue progresando en el 2016, con el riesgo de que se puedan batir nuevos récords por tercer año consecutivo, según ha advertido ya la NASA.
Los nuevos datos recopilados en el citado informe deberían hacer reaccionar a la comunidad internacional. La principal causa del calentamiento global de la Tierra está provocada por el aumento constante de los gases efecto invernadero y, por ello, el mundo todavía estaría a tiempo de evitar una catástrofe si hubiera la voluntad política suficiente para conseguirlo.
La vía más eficaz sería insistir en la necesidad de acelerar la puesta en marcha del acuerdo alcanzado en la conferencia mundial sobre el clima celebrada a finales del año pasado en París.
Está previsto que dicho acuerdo entre en vigor en el 2020. Pero esta fecha se antoja demasiado lejana ante el vertiginoso ritmo que registra el aumento de la temperatura global. Es urgente que la reducción de las emisiones de gases invernadero, a la que se comprometieron los 195 países firmantes de dicho acuerdo, comience cuanto antes, con objeto de hacer posible el objetivo fijado de lograr cero emisiones en la segunda mitad de este siglo.
La humanidad debe tomar conciencia de que el coste de no reaccionar a tiempo puede ser dramático para el planeta en forma de catástrofes climáticas, destrucción de la biodiversidad, deterioro de cultivos, deshielo de los polos terrestres y aumento del nivel del mar,2 con graves consecuencias para la zonas costeras. Es urgente hacer del acuerdo de París un instrumento útil, efectivo e inmediato en la lucha contra el calentamiento global. Es el conjunto de la sociedad quien debe movilizarse para conseguirlo porque son todavía muy importantes los intereses políticos y económicos que frenan la reducción de los gases de efecto invernadero.