La Vanguardia (1ª edición)

Inacabable guerra siria

Basma Kodmani, portavoz de la oposición siria en la negociació­n de Ginebra

- ISABEL RAMOS RIOJA Barcelona

La politóloga exiliada en París Basma Kodmani es la portavoz de la oposición en las conversaci­ones de paz de Ginebra y, aunque las negociacio­nes con el régimen de Bashar el Asad no han dado resultados, no pierde la esperanza.

Apesar de los intentos fallidos por negociar la paz con el régimen de Bashar el Asad, Basma Kodmani no ceja en el intento. Politóloga que vive en París desde que su padre, diplomátic­o, se exilió a finales de los sesenta, es la portavoz de la oposición en las conversaci­ones de paz de Ginebra.

¿Puede dar alguna esperanza el corredor humanitari­o de Alepo preparado por el régimen? Es para hacer salir a la población civil en lugar de dejar que pase la ayuda y, así, que los que se queden sean bombardead­os y mueran de hambre.

¿Cuál es la situación actual de las negociacio­nes si las hay? Están suspendida­s desde que en abril, cuando estábamos en Ginebra, el régimen y Rusia lanzaron una gran ofensiva aérea sobre Alepo. Violaron el cese de hostilidad­es. Estamos a la espera de un nuevo acuerdo entre EE.UU. y Rusia en el que, principalm­ente Rusia, se comprometa a obligar al régimen a respetar el cese de hostilidad­es y abrir la vía a la ayuda humanitari­a de forma regular; el fin definitivo del uso de la aviación rusa y de la siria, y de los helicópter­os de El Asad que lanzan barriles explosivos, que son un arma indiscrimi­nada.

No parece que estén por la labor. Rusia ha elegido la solución militar para imponer una solución política según sus términos. En Ginebra no hubo ninguna concesión del régimen.

¿Cabe la posibilida­d de negociar lejos de los focos? No. El régimen no quiere; piensa que la solución puede ser militar. Impedirá a cualquiera del círculo del poder que busque la vía política. La gente del poder está sometida a una vigilancia extrema y no podemos ponernos en contacto con ellos porque peligra su vida. Hace un mes El Asad dijo: ‘Voy a reconquist­ar hasta el último centímetro del territorio sirio; el proceso de Ginebra está muerto’. Se vio obligado a cambiar de tono por presión rusa.

¿Cree que se habría podido negociar con él antes? Nunca dejamos de buscarlo. Lo importante no es ponerse en contacto con el régimen sino con quienes le apoyan. El poder está en bancarrota; ya no tiene armamento, así que depende, a diario, del dinero y de las milicias de Irán y de Rusia, que son quienes toman las decisiones, más que El Asad. Hemos intentado hablar con Rusia porque los iraníes no muestran ningún interés. En los once años de Bashar en el poder antes de la revolución tampoco negoció. Hasta hace dos años había grupos de oposición en el interior, muy moderados, que lo probaron. Resultado nulo. En estos cinco años, los que proponían la solución política han sido apartados del poder, o los han matado, o se han ido del país, o están vigilados.

¿Puede poner ejemplos? Sólo uno porque no quiero ponerlos en peligro. El exvicepres­idente, Faruq al Sharaa, ha expresado sus reservas sobre lo que ocurre.

¿Cuándo se llegó al punto sin retorno? Muy pronto. Mucha gente del interior advertía: ‘¿No os dais cuenta? Este levantamie­nto va a conducir a la destrucció­n total. Este régimen es capaz de convertir el país en un montón de piedras y no ceder nada’. Tenían razón. Un momento clave fue julio del 2012, cuando mataron a los integrante­s de la célula de crisis, entre ellos el cuñado de El Asad, cuando estaban reunidos. Preconizab­an reformas políticas, aunque no fueran demócratas. Fue la señal clara de que todo moderado sería apartado.

El Movimiento Nuredin al Zinki, que está con ustedes y recibió ayuda de EE.UU., decapitó a un niño palestino de 12 años. Es un grupo islamista moderado al que, hace tres meses, dejaron de darle apoyo militar. La decapitaci­ón se parece tanto a lo que hace Daesh [el Estado Islámico] que no excluyo que se haya infiltrado en ciertos grupos.

¿Qué hace EE.UU., al margen de este caso? Nada. No habrá proceso en Ginebra que avance si no recupera su influencia. Y la lucha contra Daesh, no se puede separar del conflicto con El Asad. Obama los ha disociado, aunque produce más radicalism­o, más violencia, más refugiados, más destrucció­n que Daesh.

El Estado Islámico parece un virus que se ha extendido y quizá sea tarde para decir que está relacionad­o con El Asad.

Pero el origen del problema es él.

Sí, claro. Aunque se haya extendido, militarmen­te el foco está en Siria. Hace dos años y medio que los americanos financian grupos para combatir a Daesh, no al régimen. No se le puede decir a la oposición: ‘Luchad

“Nos decían: ‘¿No os dais cuenta? Esto va a conducir a la destrucció­n total’” “Damasco depende, a diario, de la ayuda económica y militar de Irán y Rusia”

contra Daesh, pagaréis un alto precio y el premio es: ¡seguir gobernados por El Asad!’.

Las intervenci­ones externas en Iraq y Libia han sido catastrófi­cas. El historiado­r Jean-Pierre Filiu dice que hay que intervenir. Ganar por la fuerza no es una solución. Sería mejor comparar Siria con el conflicto de Bosnia; se parece mucho más a los Balcanes que a Libia o Iraq. Lo que se buscaba era la protección de los civiles en zonas específica­s. O que se obligue al régimen a negociar a base de ataques contra sus objetivos militares. Es un mínimo de compromiso del extranjero que permitiría volver a los civiles.

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LAURA GUERRERO Kodmani durante una reciente visita de trabajo de la oposición siria a Barcelona

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