Evasión que aprisiona
Un estudio de la UB identifica los rasgos de los universitarios que hacen botellón
Un estudio de la UB determina que los chicos impulsivos y las chicas con ansiedad tienen un mayor riesgo de convertirse en adictos al alcohol.
El riesgo de que un chaval desarrolle una adicción a sustancias tóxicas como el alcohol podría verse a una edad temprana, mucho antes de que cumpla la edad de iniciación (12/13 años) y pruebe su primera copa. Son ciertos rasgos de personalidad los que indicarían su grado de vulnerabilidad a la adicción y estos rasgos son distintos en hombres y en mujeres. Esta es la conclusión de un estudio del departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Barcelona (UB), coordinado por la profesora Ana Adán.
La impulsividad y la búsqueda de sensaciones nuevas es el rasgo predominante en los chicos mientras que la ansiedad y el neuroticismo (inestabilidad e inseguridad emocional y cierta angustia ante tareas propias de la edad como un examen) son más propios de las chicas. Estos rasgos, que pueden observarse ya en un aula de primaria, son los que se ven mayoritariamente entre los estudiantes universitarios que practican el botellón o que consumen intensivamente, una media de cuatro o más copas en dos horas (mujeres) o cinco o más (en el caso de hombres). “A las mujeres les sirve para desinhibirse y dominar su ansiedad, mientras que a los hombres les reduce la tensión”, sostiene Ana Adán. “Beber no sólo les produce placer sino que les funciona para estar con los demás”.
El objetivo del trabajo, publicado en la revista Drug and Alcohol Dependence, era evaluar el perfil de personalidad de los estudiantes universitarios que beben grandes cantidades de alcohol en poco tiempo. Para ello se seleccionó 140 estudiantes universitarios entre 18 y 25 años divididos entre dos grupos, los bebedores y los que no practican un consumo abusivo. Se descartó aquellos que presentaban algún tipo de trastorno mental y se eliminó a la población con ritmos circadianos vespertinos (la tendencia biológica a hacer cualquier tarea por la tarde), pues bajan la guardia con más frecuencia en hábitos de vida saludables. Es decir, se evitó la presencia de factores que alteraran el resultado de personalidad.
Los resultados mostraron que el grupo de bebedores mostraban signos de neuroticismo-ansiedad y en impulsividad y búsqueda de sensaciones. Estos rasgos de personalidad tienen un origen más biológico que cultural (están relacionados con neurotransmisores como la adrenalina, serotonina o la dopamina) y son los mismos que presentan los individuos con trastornos de adicción. “Podemos decir –añade Adán– que tienen vulnerabilidad biológica y por tanto podemos diseñar programas de prevención adecuados a este fenotipo”. Se trataría de estrategias de afrontamiento de problemas de la vida cotidiana para que cuando lleguen a la adolescencia no necesiten beber. “Cada ingesta de alcohol es un expolio neuronal terrible”, afirma Adán. “Pero socialmente está aceptado y no podemos impedir que accedan a los tóxicos. Sólo podemos prevenirles y que, si consumen, no se enganchen”.
“Conociendo la vulnerabilidad de estos chicos podemos hacer prevención”, señala la investigadora