Rajoy informa al Rey del estado de las negociaciones
Por primera vez, el despacho de verano se celebró en Madrid
Por primera vez, desde 1977, el despacho de verano del Rey con el presidente del Gobierno no se celebró en Marivent, sino en la Zarzuela. No fue el jefe del Ejecutivo quien se trasladó a Mallorca, sino el jefe del Estado quien viajó a Madrid, en un gesto que escenifica que su prioridad es seguir, desde la sede de la Jefatura del Estado, el desarrollo de las negociaciones políticas. Ayer por la tarde, don Felipe recibió al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, quien, el pasado 28 de julio, recibió el encargo de formar gobierno tras las preceptivas consultas que señala la Constitución.
A pesar de la excepcionalidad del despacho, este tuvo carácter ordinario. Es decir la reunión tuvo la misma consideración que todas las que se vienen celebrando una vez por semana, en las que el presidente repasa con el Rey los asuntos de Gobierno y los de Estado. Más allá de los temas pendientes, los que irán a los próximos consejos de ministros y el repaso de la situación internacional, que suelen ocupar el grueso de los despachos semanales, en esta ocasión el encuentro del presidente con el Rey adquirió la relevancia de producirse justo después de las reuniones que Rajoy ha mantenido, el martes, con Pedro Sánchez (PSOE) y, ayer, con Albert Rivera (C´s) a fin de recabar los apoyos suficientes de cara a someterse ala sesión de investidura que debe convocar, siguiendo el mandato constitucional y el encargo del Rey, la presidenta del Congreso, Ana Pastor.
Del despacho de ayer no se facilitó el contenido, como es habitual en todos los que se celebran en la Zarzuela, pero puede afirmarse que Rajoy, en su condición de candidato, puso al Rey al corriente del contenido de sus conversaciones con Sánchez y Rivera. El papel constitucional del Rey, en estos momentos del proceso, no le permite más actuación que la de ponerse al corriente de la situación. De hecho, aún en el caso de que Rajoy decidiera finalmente no someterse a la sesión de investidura, debería, lógicamente, informar al Rey, pero a quien se lo debería comunicar sería a la presidenta del Congreso. El proceso que marca la Constitución está parado ahora a las puertas del Congreso y no se pondrá en marcha hasta que Ana Pastor fije una fecha para celebrar el pleno de investidura. Será entonces cuando el candidato Rajoy, en el caso de no haber logrado los apoyos suficientes, se enfrentará al dilema de enfrentare a una votación que no podrá superar o no presentarse al examen. Sin fecha de convocatoria del pleno no corren los plazos y, en teoría, el proceso podría dilatarse indefinidamente con el coste político correspondiente para la presidenta del Congreso. El Rey sólo puede volver a intervenir cuando el candidato propuesto no supere la investidura. Entonces se convocarían nuevas consultas y empezaría a correr el plazo de dos meses para dar con un nuevo candidato o a disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones.
El jefe del Estado no puede volver a intervenir hasta que se produzca una investidura fallida