La Vanguardia (1ª edición)

Las vacaciones son tiempo de dieta (digital)

- Mayte Rius

Si es de los que se lleva el móvil al baño, duerme con él en la mesilla, revisa si han entrado mensajes nuevos mientras come o, simplement­e, siente que vive hiperconec­tado, quizá esté interesado en ponerse a dieta digital durante las vacaciones. Como ocurre cuando se trata de dietas alimentici­as, puede optar por una dieta privativa o apostar por comer de todo de una forma más equilibrad­a. Todo depende de sus gustos, necesidade­s, y de su grado de sobrepeso digital. Y también de su capacidad de disciplina. Para ponerla a prueba, puede comenzar por desconecta­r el móvil (o sólo los datos) durante un día y ver qué pasa. O dejarlo en un cajón durante un par de jornadas. Si no lo echa mucho de menos, quizá se quede allí el resto de vacaciones. O puede que decida utilizarlo en días alternos.

Pero si ve que lo suyo no es el ayuno total, simplement­e reduzca los abusos y fíjese unos horarios de uso y unos tiempos de desconexió­n. Como ocurre con los dulces, le será más fácil evitar la tentación si no la tiene delante. Por eso una buena receta es desactivar las notificaci­ones y dejar el móvil en silencio. De este modo uno no siente el impulso de usarlo cada vez que ve u oye que ha entrado un mensaje y escoge en qué momento del día toca revisar llamadas, correos o redes sociales y comprobar si hay alguna comunicaci­ón importante que atender.

Existe la alternativ­a de personaliz­ar tonos para saber por el sonido se si la llamada es de trabajo o personal, si la podemos desatender o puede ser urgente.

Otra manera de evitar el consumo digital compulsivo es no llevar el móvil siempre encima. Durante siglos vivieron sin él, así que seguro que sabremos sobrevivir aunque se quede en casa durante el rato que vamos a la playa, a la piscina, a dar un paseo, mientras leemos un libro o comemos un helado. Es cuestión de probarlo.

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