El verano francés de Picasso y Soulages
El pintor francés ha llevado 95 obras del malagueño a Rodez
Obras maestras del Picasso íntimo, el gesto arquitectónico de RCR Arquitectes y Pierre Soulages –el mayor pintor abstracto vivo francés– como anfitrión: hasta el 25 de septiembre, con ese trío ganador, un territorio de doscientos kilómetros, de Montpellier a Toulouse (“pasando por Albi et Conques, donde supe que mi vida sería la pintura”, dixit Soulages) planta su máxima oferta turística del verano.
Naturalmente, y como siempre cuando se trata de Picasso, y de las 3.500 piezas que dejó, sorpresas y confirmaciones bastan para justificar el desplazamiento. Y no hay lugar para escépticos: “somos humanos y para quien ama el arte, Picasso es el modelo. Para todo el equipo –se emocionó Benoît Decron– abrir las cajas y sacar un Picasso, colgarlo, es un milagro que se realiza”. Decron es el conservador del Museo Soulages, la estructura con la que Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta cambiaron el presente de la ciudad de Rodez en el centro de Francia.
La muestra es excepcional: reúne 95 obras del malagueño, fechadas entre 1908 y 1962, escogidas con ayuda del propio Soulages. Y de la generosidad de los museos Picasso de París (el más rico del mundo) y Antibes, de la familia y de coleccionistas. El 2010, una encuesta entre artistas eligió sus dos referencias: Soulages sería el preferido entre los vivos, Picasso entre los muertos. La exposición los une en un diálogo entre la obra permanente de Soulages y la efímera, de Picasso, que aporta obras maestras como Le grand nu au fauteuil rouge (1929), Trois figures sous un arbre (1907-1908), el retrato de Dora Maar de 1937, la Nature morte à la pastèque (1946)...
El pequeño panel cubista Tête d’indien bariolé (1907-1908), de una colección particular, es una miniatura casi con sus 17 x 15 centímetros y como las doce versiones de la Tête de femme (Françoise Gilot), que Picasso declinó en litos en 1946, prestado también por un coleccionista, exigió redimensionar los espacios de exposición de un museo creado para los grandes formatos de Soulages. En la sala de exposiciones descendió el cielo raso, por ejemplo. Y la configuración alterna espacios abiertos con alcobas más secretas para pequeños formatos y obra en papel, especialmente retratos. En general, la visita pretende guiar entre “testimonios de un Picasso entre los suyos”. Es decir, las mujeres de su vida, Gilot, Maar, Marie Thérèse Walter, Jacqueline Roque y hasta una cierta Sylvette, a quien Picasso representa con una larga coleta y que se exhibe por primera vez en público.
A sus 97 años, Soulages, el pintor de las 1.500 pinturas catalogadas, presente en noventa museos de todo el mundo, desembarcó en la exposición, llegado de París en el avión privado de uno de sus coleccionistas, François Pinault. Anfitrión a doble título porque recibía en el museo que se abrió gracias a la donación de sus obras (un don valorado en 42 millones de euros) y porque seleccionó lo que le interesaba mostrar.
En sus palabras, “el Picasso vivo, entre las mujeres de su vida y el taller. En suma, los Picasso de Picasso. Y las imágenes del artista que trabaja, fijado en las fotos de Duncan, de Dora Maar o de Michel Sima, que no buscan la espectacularidad. Y enseña como ejemplo ese Claude dessinant, Françoise et Paloma , de 1954, símbolo “de una feliz maternidad”.
La idea surgió hace dos años, cuando Soulages visitó el Museo Picasso de París, reorganizado por Laurent Le Bon, su nuevo presidente. “Le Bon me invitó a seleccionar los Picasso que me gustaría reunir en mi museo”. Soulages lo tenía claro : “ni paisajes ni escenas mitológicas sino lo cotidiano”, si la palabra sirve para la obra de quien transformaba en pintura –y en oro- todo lo que tocaba.
El encadenamiento de bloques de acero concebido por RCR Arquitectes, que hace un tajo en el paisaje, respaldado por la célebre catedral de Rodez, provocó las indispensables polémicas durante su construcción: una encuesta
Soulages ha escogido para su museo las obras que muestran al Picasso más íntimo El centro ha sido diseñado por el equipo de arquitectos catalanes RCR Los Picasso van de 1908 a 1962, y dialogan con la obra permanente de Soulages
recogía por entonces un 85% de opiniones negativas. Pero en menos de dos años, desde la inauguración en el 2014, el museo no sólo se ha integrado en su marco, sino que atrajo ya a más de 450.000 visitantes, que frecuentan también la librería y la cafetería que dirigen Sébastien y Michel Bras, iconos gastronómicos de la región.
Sobre todo, el museo tira de toda una oferta regional que va de los testimonios del arte prehistórico al moderno y contemporáneo. En ese contexto, Picasso au musée Soulages “es, en la nueva región Mi di Pirineos Langued oc-Ro selló n– según el conservador del museo– la más importante exposición de la obra del pintor en el último medio siglo”.
Íntima es incluso la relación de Soulages con su referente. “No traté a Picasso –explica–, sólo me crucé con él un par de veces. Pero además de tener un amigo común, Pierre Daix (1922-2014, autor entre otros li-
bros del Diccionario Picasso), está Colette”. Es decir, la esposa de Soulages, esa estudiante de Bellas Artes, “Colette Llaurens, de origen catalán”, que el día de la boda le susurró que ”lo más complicado del matrimonio son los primeros setenta años” y con la que ya celebró setenta y cuatro aniversarios. “Una tarde, en la escuela de Bellas Artes, medié en la disputa entre una joven condiscípula y tres compañeros que menospreciaban a Picasso y lo trataban de charnego. Les dije que debería darles vergüenza hablar así delante de la hija del pintor. Lo creyeron y callaron. Así empezó mi relación con Colette. Y hasta hoy”.