Adiós a la construcción
Desde Barcelona’92 a Río 2016, auge y caída de un modelo de transformación olímpica
El centro de merchandising situado en la playa de Copacabana detrás de una gigantesca botella iluminada de Coca-Cola puede ser el lugar indicado para repasar la historia olímpica del último cuarto de siglo. Desde Barcelona’92, que convirtió los Juegos en el catalizador urbanístico más elogiado por arquitectos progresistas y políticos socialdemócratas, hasta Río 2016 que, según Marco Aurelio Canonico, columnista de Folha de São Paulo, será “la última olimpiada de un modelo de gigantismo, construcción y gasto”.
Según la Agenda 2020 del Comité Olímpico, el modelo de la transformación urbana ya es caduco, puesto en entredicho por el desplazamiento de 1,5 millones de residentes pobres en Pekín 2008 y rematado por la construcción sobornada en medio del colapso económico y extrema desigualdad de Río 2016. A partir de ahora, las ciudades candidatas deben presentar planes de “instalaciones provisionales y aprovechamiento de edificios ya existentes” e “incluir la sostenibilidad en todos los aspectos de los Juegos”, exige el nuevo programa. Está por ver si es verdad. Tokio 2020 será la primera prueba.
En el centro de merchandising pueden verse las dos mascotas Vinicius y Tom, los nombres de los padres de la bossa nova Vinicius de Moraes y Tom Jobim, en goma, plástico y cuddly toy. Vinicius representa a todos los animales brasileños. Tom, todas las plantas en una suerte de lechuga genéticamente modificada por Monsanto.
Si el COI de verdad pretende emprender un nuevo rumbo hacia la sostenibilidad, las mascotas pueden ser emblemas del cambio. Porque si, para Manuel Vázquez Montalbán, el Cobi cubista de Javier Mariscal representaba a “todos los perros atropellados en el peaje de la autopista a Granollers”, Vinicius y Tom pueden encarnar a todas las plantas y animales en peligro por el modelo de crecimiento especulativo ejemplificado por Río 2016, con su campo de golf en el parque natural de Marapendi y las aguas más tóxicas que nunca pese a los requisitos del nuevo olimpismo verde.
El alcalde de Río, Eduardo Paes, suele citar a Barcelona para vincular su proyecto de transformación con aquellos tiempos de optimismo olímpico: “El tiempo demostrará que nuestra olimpiada es mas profunda en transformación urbana que la de Barcelona”, dijo el lunes.
La cuestión es: ¿transformación para quién? Paes ha optado por un modelo que mezcla sectores público y privado. Supuestamente la mitad de los 10.000 millones de euros gastados van a cargo de empresas privadas. Por eso, las grandes obras de rehabilitación y transporte ocurren en zonas de la ciudad –el kitsch barrio playero de Barra de Tijuca y el viejo puerto– que pueden atraer a habitantes con poder adquisitivo.
La rehabilitación del viejo puerto en el llamado proyecto Porto Maravilla es de puro estilo barcelonés. Está en torno al flamante Museo del Futuro de Santiago Calatrava y el Museo de Arte de Río, financiados por la constructora corrupta Odebrecht, la fundación del grupo mediático Globo y también, de manera opaca, por el banco público ya en vías de privatización Caixa Económica. Entre los dos museos se ha creado un agradable espacio público en plaza Maua tras demoler el feo scalextric, el Perimetral.
Una nueva línea de tranvía sube desde aquí hasta el aeropuerto de Santos Dumont, ya en vías de privatización. El fin de semana pasado, policías militares montados en motocicleta escoltaban cada tranvía como si se tratara de la limusina del presidente del Comité Olímpico Brasileño, Carlos Nuzman. “Estamos protegiendo a peatones ante posibles atropellos”, dijo el policía.
“Pero, ¿quién necesita desplazarse desde el museo de Calatrava al aeropuerto?”, dice el urbanista Carlos Murdoch de la Universidad Federal de Río. Una muy buena pregunta. La noticia positiva es que, gracias a la crisis económica, es poco probable que se construyan los cinco rascacielos con marca de Donald Trump al pie de Providencia, la favela más antigua de Río.
GIRO DEL COMITÉ OLÍMPICO Las futuras sedes candidatas deberán presentar planes de “instalaciones provisionales o edificios ya existentes” ¿OLIMPISMO VERDE? Se aboga por la ecología, pero Río tiene las aguas más tóxicas y un campo de golf en un parque natural