La Vanguardia (1ª edición)

Joyas para EE.UU.

Bonhill factura 10 millones con la compra de piezas de lujo de segunda mano

- Barcelona

Catalunya es una mina de joyas. La burguesía catalana compró muchas durante el siglo XX y, todavía hoy, la tradición se mantiene. En cambio, en Estados Unidos faltan. En el siglo XIX, prácticame­nte no había oferta y sus habitantes, mayoritari­amente los que venían de Europa, no tenían otra opción que comprar de segunda mano. Esta costumbre arraigó tanto que hoy, en EE.UU., todavía se venden más joyas de segunda mano que de primera. Nueve de cada diez de sus habitantes se plantean comprar”.

Xavier Cunill explica la situación de este mercado con conocimien­to de causa. Es la tercera generación de una familia de joyeros y orfebres de Barcelona y, al detectar este nicho de mercado, ha entrado en el sector de las joyas de lujo de segunda mano. Desde hace tres años, se dedica a comprarlas a profesiona­les y particular­es de toda España y a venderlas a Estados Unidos. Lo hace a través de la empresa Bonhill, constituid­a al 80% con un socio de Estados Unidos, Erik Boneta, que tiene el 20% restante. Bonhill vende las joyas que obtiene a Boneta, la empresa de su socio, que a su vez las vende al consumidor final a través de 180 tiendas propias en Estados Unidos.

“Se trata de una alianza estratégic­a. Debido a la escasez de oferta en EE.UU., Boneta –que opera en el mercado desde el año 1987– siempre necesita joyas de segunda mano. Por lo tanto, Bonhill es el aliado idóneo para proporcion­arlas. Además de obtener excedentes de stock de profesiona­les del sector, desde principios de este 2016, también compra joyas a particular­es, lo cual da más valor a los productos porque son únicos en el

La firma vende las joyas de segunda mano a su socio de Estados Unidos, Erik Boneta, que después las revende al cliente final

mercado. Las joyas deben tener más de cinco años de vida y ser de gama alta, con un valor estético y cualitativ­o elevado”.

El fundador asegura que, con estas compras, Bonhill alcanzó en el 2015 cerca de 1 millón de euros de beneficios y unos 10 millones de ventas. Este año, Cunill prevé doblar estas cifras y espera que más de la mitad de ellas provengan del canal de compras a los particular­es.

“Como tienen más valor, la idea es que, cada vez más, Bonhill compre las joyas a los particular­es. De momento, contamos con oficina central en Barcelona (que ocupa a 8 personas) y 130 joyerías asociadas por toda España que, a nombre de Bonhill, también compran joyas de segunda mano. En los próximos años, queremos llevar este modelo al extranjero, a países donde también haya mucha tradición joyera. Estamos pensando en crear oficinas en Egipto, Suiza, los Emiratos Árabes o Australia”.

Por su parte, la empresa de Erik Boneta (controlada en un 20% por Xavier Cunill), facturó el año 2015 en torno a los 200 millones de euros, de los cuales unos 20 millones fueron beneficios. Las joyas que Boneta obtuvo de Bonhill representa­ron un 10% del total que comerciali­zó, un porcentaje que se prevé que aumente en el medio plazo.

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ÀLEX GARCIA Xavier Cunill proviene de una familia de joyeros y orfebres de Barcelona

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