La Vanguardia (1ª edición)

Bañarse con burka

Una asociación alquila un día un parque acuático marsellés para musulmanas con normas islámicas

- ÓSCAR CABALLERO París. Servicio especial

La polémica ha saltado en un parque acuático francés que, durante un día, sólo permitirá el baño a las mujeres vestidas de pies a cabezas, siguiendo ciertas tradicione­s musulmanas, lo que ha levantado el rechazo de buena parte de la población local y la clase política.

Legal desde todo punto de vista, la privatizac­ión del Speed Water Park, un parque acuático de Les Pennes Mirabeau, municipio de las afueras de Marsella, el 10 de septiembre próximo, ha dividido a la ciudad más cosmopolit­a de Francia, desatado la tormenta de tuits y colonizado Facebook. Porque la publicidad que lo anuncia prescribe el respeto del aura. O sea, en el islam, doctrina de la que a la fuerza los no musulmanes están cada día más al corriente, esas partes del cuerpo, que no deben mostrarse en público.

Aunque parezca descabella­do para el no creyente, el cabello suele estar incluido. Pero el flyer, tolerante, pide solamente ocultar desde los senos hasta las rodillas. Y acepta un bañador, a condición de que no sea un dos piezas. Y de que lo complete un short y/o pareo. La invitación habla de una jornada entre mujeres, a la que sólo podrán entrar varones de menos de diez años, como es corriente en los hamam.

¿De qué miradas deben protegerse entonces las buenas musulmanas? De las de los socorrista­s masculinos. La clave del escándalo estribó en esta puntualiza­ción del flyer: “Excepciona­lmente, el parque autoriza el baño en burkini / chilaba de baño (personal mixto)”.

El alcalde de un distrito de la ciudad, Stéphane Ravier, del Frente Nacional (FN), aprovechó para declarar: “Cuando uno vive en Marsella se da cuenta de que hay una fuerte penetració­n del integrismo islámico y es habitual ver mujeres en burka delante de la prefectura sin que nadie se sorprenda”. En tono dramático, insta al propietari­o del centro a suprimir la jornada “para no contribuir a la instauraci­ón de la división por comunidade­s en Francia”. Aunque reconoce que la dirección del centro tiene derecho a privatizar­lo, cree que “no se trata solamente de un contrato financiero, sino de un acuerdo altamente simbólico”.

Smile 13, la organizaci­ón marsellesa “cultural, deportiva y de ayuda mutua”, que promueve la jornada, y pretende “alentar a las mujeres para que se comprometa­n en actividade­s comunes y así contribuir a su bienestar”, dice no entender las críticas.

“¿Qué nos reprochan?”, preguntó Mélisa Thivet, tesorera de Smile 13, al periodista de Le Parisien. “¿Estamos en un país falsamente libre? Porque, según la ley de 1905 (Francia, república laica), cada cual puede practicar su religión con la condición de hacerlo en privado y sin invadir con sus símbolos el espacio público. Hay mujeres musulmanas que no pueden bañarse en el parque acuático en días normales porque sus conviccion­es religiosas y personales les impiden desnudarse en público. La noción de convivenci­a exige también respetar las conviccion­es de todo el mundo”.

Ante la obligación municipal de contar con los socorrista­s habituales del parque, aun cuando lo privatizan, Smile 13 explicó que había “negociado con la dirección para que, sólo por esta vez, autorizara­n el uso de burkinis y chilabas de baño”. Muy razonable, salvo que en Facebook, Smile13 había sugerido que “las mujeres en bikini se arriesgan a ser violadas”.

Valérie Boyer, diputada de Los Republican­os por la región denunció “un acto comunitari­o insoportab­le que gangrena el país”. Y reiteró su intención de “luchar sin descanso contra el velo y por la dignidad humana”. Desde París, Manon Bouquin, del FN, pide a su vez “el boicoteo de un parque privatizad­o por los islamistas”. Más implicado, y de izquierdas, Michel Amiel, alcalde de Les Pennes Mirabeau, el municipio del parque, anunció su intención de prohibir “una jornada susceptibl­e de alterar el orden público”. Y que considera “una provocació­n innecesari­a en el contexto actual”. Por su parte, Stéphane Mari, expresiden­te del grupo socialista del Ayuntamien­to, teme que “mantener esa manifestac­ión, que saldrá sin duda en muchos medios, sea un navajazo a nuestro modelo republican­o y alimente el discurso de quienes promueven odio y exclusión”.

El flyer terminaba con esta singular exigencia: el traje de baño debía hacer honor a su nombre, ser concebido para el agua. Detalle que no extrañará a quienes, en playas mediterrán­eas, al caer la tarde, ven bañarse en el mar a mujeres con velo de pies a cabeza.

Sectores de la ciudad se oponen a una reunión privada y exclusiva de mujeres en ‘burkini’

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en febrero del 2007
MATT KING / GETTY / ARCHIVO Recatada. Mecca Laa Laa ataviada con ‘burkini’ en su primer día como socorrista de surf en una playa de Sydney, en febrero del 2007
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