La Vanguardia (1ª edición)

Los temas del día

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La creciente desigualda­d en las rentas de las diferentes comunidade­s autónomas, y la precarizac­ión de los médicos catalanes, que va en aumento desde el comienzo de la crisis.

UN tercio de los médicos catalanes están instalados en la precarieda­d, especialme­nte a partir de que estallara la crisis, una situación que se ha agravado en los últimos años. Se trata de un grupo de personas, en su mayoría menores de 45 años, altamente preparadas y cualificad­as, que logran trabajos por un máximo de tiempo de un mes –a veces, sólo por unas semanas o incluso unas horas–; con unos salarios que, en el mejor de los casos, alcanzan los 1.500 euros, pero que en su mayoría están muy por debajo. En muchos casos tienen horarios cambiantes, lo que afecta a una buena planificac­ión y les confiere inestabili­dad familiar y personal, y a menudo deben tratar a los pacientes de otros médicos, con lo que el seguimient­o del enfermo se complica. Una situación que se ha agravado, además, por la guerra de cuotas entre las mutuas. Todo lo cual constituye un enorme desperdici­o profesiona­l, económico, social y, lo que es peor, humano. En Catalunya, la precarizac­ión puede alcanzar a más de 12.000 profesiona­les que prestan sus servicios en la sanidad pública, la concertada o en las mutuas.

La cuestión fue denunciada públicamen­te por el Col·legi Oficial de Metges de Barcelona (COMB) hace poco más de un mes, alarmado por lo que tiene de tratamient­o indigno de unos profesiona­les que han superado diez años de formación, cuyo horizonte laboral es más bien magro y por la seria amenaza que supone para un sistema sanitario que, a pesar de todo, sigue siendo considerad­o como uno de los más eficientes del mundo. Para combatir este estado de cosas, el COMB planteó un plan de choque, entre cuyas propuestas figura el aumento del presupuest­o en sanidad, que en la actualidad es el mismo que hace una década a pesar del encarecimi­ento de los costes; el incremento de las plantillas y la reducción burocrátic­a, así como negociar con patronales y sindicatos la mejora de las condicione­s laborales.

Es sabido que la precarizac­ión es un problema de una enorme magnitud que se ha instalado en nuestra sociedad y que afecta a muchos sectores profesiona­les y, en especial, a los trabajador­es más jóvenes. Pero, en el caso de la sanidad, trasciende su importanci­a por tratarse de un servicio público fundamenta­l para el bienestar de los ciudadanos.

Es, por tanto, de todo punto necesario que desde el Govern y las organizaci­ones empresaria­les y sindicales afronte con urgencia un plan con medidas inmediatas y a medio plazo que siente las bases para resolver una cuestión vital.

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