Irán, bálsamo republicano
Trump y los líderes del partido utilizan el acuerdo nuclear para acercarse
Como un bálsamo para restañar las graves heridas internas. A costa del pacto antinuclear con Irán, uno de los sospechosos habituales para los halcones estadounidenses –de grafismo tan similar a “ira”–, Donald Trump y los dirigentes republicanos han hallado una excusa para dejar de despreciarse los unos a los otros y zanjar, por ahora, el espectáculo de una fractura sin precedentes.
Los ayatolás han entrado en campaña. Se trata de arremeter contra ese acuerdo y culpar al presidente Barack Obama y, sobre todo, a la candidata demócrata Hillary Clinton (hacía tres años que había dejado la secretaría del Departamento de Estado) por el abono de forma encubierta de un supuesto rescate por prisioneros retenidos en Irán.
Así parece pasarse página a la tormenta por el menosprecio de Trump a los Khan, la familia del militar estadounidense caído en Irak. Importantes figuras conservadoras, entre estas fieles voceros del magnate como Chris Christie o Newt Gingrich, han defendido a los Khan y recriminado la conducta de su candidato.
Un respiro. Todo forma parte de una operación mediática lanzada por The Wall Street Journal, propiedad del conservador Rupert Murdoch, más que implicado con el Partido Republicano. El punto de salida es la información de que, el pasado 17 de enero, la Administración Obama envió el equivalente a 400 millones de dólares en efectivo, en diversas monedas, metidos en un avión.
Esa misma jornada se rubricó el acuerdo de Estados Unidos y otras potencias occidentales para evitar que Teherán desarrollase la bomba radioactiva. En paralelo, la república islámica liberó a cuatro rehenes estadounidenses.
El Journal no vinculó el pago de ese dinero a la liberación. Pero el relato lo dio a entender por mera sucesión de factores. Añadió, además, que el Departamento de Justicia objetó que podría despertar suspicacias la coincidencia del pago y la salida de los presos. Sin embargo, el jefe de la diplomacia, John Kerry, hizo caso omiso, siempre según este diario.
Ese dinero era parte de la deuda de 1.700 millones que EE.UU. aceptó saldar con Irán, después de un pleito en el Tribunal de La Haya que data de 1981. El caso se remonta a la época del sha Mohamed Reza Pahlevi, que envió 400 millones a EE.UU. para la compra de armas. La irrupción de los clérigos, que enviaron al exilio al emperador, propició que las armas no llegaran, ni se devolviese el dinero. Con el paso de los años, Washington aceptó cifrar en 1.300 millones los intereses devengados por su deuda y así cerrar este litigio de decenios.
Obama se sorprendió ayer de que los que predijeron un desastre con el pacto no rectifiquen y “recuperen una noticia ya explicada, que no tiene secretos”. Replicó: “No pagamos rescates para no incentivar más casos”. Y justificó lo novedoso, el pago en efectivo, por la inexistencia de relaciones bancarias. “La diferencia con una transferencia es que resulta más novelesco”, ironizó.
“Nuestra incompetente secretaria
El republicano ve cómo las encuestas reflejan una brecha a favor de Clinton
de Estado, Hillary Clinton, fue la que inició las conversaciones para dar 400 millones en cash a Irán. Escándalo”, tuiteó Trump.
A lo largo de ayer fue más allá, al afirmar que ese abono era por la liberación de los presos y que él había visto imágenes de la descarga de los palieres repletos de billetes. Lo describió con detalle.
A requerimiento de diversos medios, los responsables de su campaña fueron incapaces de dar con ese vídeo. Acabaron aceptando que tal vez se refería al del viaje de salida de los rehenes.
Otros líderes republicanos, como el senador Ted Cruz, que se ha negado a ofrecer apoyo público a Trump, utilizó esta noticia para cargar contra el acuerdo.
En la sección donde el The Washington Post analiza lo que
Obama niega el pago de rescate y justifica el uso de efectivo por la falta de relaciones bancarias
se dice en campaña con “los hechos”, ayer concluyeron que Clinton inició conversaciones sobre el pacto nuclear con Irán, aunque las conversaciones más sustanciales las lideró Kerry, su sucesor. Además, remarcó que ella no tuvo relación alguna con la negociación de los rehenes.
Las mentiras o medias verdades o tergiversaciones de Trump se han convertido en un lugar común en este periodo electoral. En algunos cálculos mediáticos se indicó que Clinton ha mentido en un 28% de sus pronunciamientos, por un 70% del rival.
El inmobiliario neoyorquino ha reiterado estos días, en plena controversia por los Khan, que su campaña “está más unida que nunca.” Sin embargo, los analistas subrayaron ayer que, tras las reiterados avisos del partido –incluso le ha matizado Mike Pence, su vicepresidente–, Trump ha comprendido debe de hacer algo para frenar la hemorragia. La estrategia pasaría por centrarse en Clinton, con asuntos como este de Irán, y en la economía.
En parte el giro está propiciado por las malas encuestas que han salido estos últimos días y realizadas en plena crisis por la humillación a la familia del soldado muerto con heroísmo y que ha causado una gran repulsa en las comunidades militares.
Una vez que los sondeos nacionales de la CNN o la NBC establecieron un importante rebote de Hillary tras la convención demócrata, con la apertura de una brecha de ocho puntos, la Fox publicó una ayer en que esa distancia es de diez a causa de la última polémica. En otros sondeos estatales, y más clarificadores en opinión de los analistas, Clinton disponía de ventaja, incluso de 15 puntos, en territorios clave como Florida, Nuevo Hampshire, Michigan o Pensilvania. Y los votantes siguen viendo a Clinton más cualifica y experimentada.
Restañar la herida no es tan fácil. Paul Ryan, presidente del Congreso y despreciado por su nominado, dejó testimonio: “No queremos que la gente crea que todos pensamos como Trump”.
Y matizó: “Mi aval no es un cheque en blanco”.