‘No #Brexit for universities’
La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea ha sacudido el statu quo político, social y económico en un mundo globalizado. Si esta salida se hace efectiva, será la primera vez que un miembro de pleno derecho de la Unión Europea lo abandona por propia voluntad. El sistema universitario y de investigación no es ni será ajeno a sus efectos.
La colaboración académica ha mejorado la vida de todos los europeos. Las universidades europeas se han aliado para proteger a los niños contra las infecciones, desarrollar tratamientos contra enfermedades como el cáncer o el alzheimer, o para crear redes de telefonía móvil de última generación. Demasiado buen trabajo como para ponerlo en riesgo o no hacer todo el posible para que esta cooperación continúe en un escenario post-Brexit.
Si revisamos la lista de Advancing Grants, que son las ayudas más importantes concedidas por el European Research Council (ERC), a lo largo de los últimos cinco años (2010-2014), se podrá comprobar que el Reino Unido aparece como el principal beneficiado de estas subvenciones, con 117 proyectos. Más de 950 investigadores británicos han recibido ayuda económica del ERC, casi la mitad provienen de países comunitarios, un hecho diferencial que, en líneas generales, no se produce en ningún otro país de Europa.
La participación futura del Reino Unido en los principales programas educativos y de investigación europeos se puede ver comprometida, bien sea porque ya no podrán optar a ellos o bien porque requerirán de la firma de convenios bilaterales previos con la Unión Europea, que siempre conlleva largos plazos. Además, el Brexit tendrá efecto sobre la cobertura sanitaria pública y la obligación de contratación de un seguro privado en los desplazamientos e intercambios entre el Reino Unido y la UE. Desde la Liga de Universidades
Se tienen que mantener los históricos vínculos y relaciones en los programas del ERC y Erasmus+ después del ‘Brexit’
de Investigación Europeas (LERU), compartimos la idea de que las sinergias de colaboración entre las instituciones de educación superior europeas y británicas han contribuido mucho a que la UE sea uno de los principales polos de producción de conocimiento y bienestar a nivel global.
En este sentido, hacemos un llamamiento a todos los socios europeos para seguir trabajando con las instituciones de educación superior británicas en un doble sentido. Mientras el Reino Unido sea miembro de la UE, se tiene que garantizar que seguirá participando de los proyectos de investigación compartidos. Cuando el país abandone la UE, tenemos que mantener el camino y las condiciones de la cooperación académica y científica.
El proceso de integración europea ha dado grandes frutos en el ámbito de la investigación y de la educación, como demostró el éxito absoluto de los programas ERC y Erasmus+. Por eso, se tienen que mantener los históricos vínculos y relaciones en estos ámbitos después del Brexit. Dejar de caminar juntos en pro de una sociedad europea del conocimiento más reforzada iría en contra del sentido común y nadie saldría beneficiado. La investigación no entiende de fronteras.