El esperma de Pau Gasol
En la Droguería Venancio de Copacabana venden el repelente de mosquitos en una oferta de dos por uno de la marca Repelex (juro que se llama así) por 16,90 reales, unos cuatro euros. Ni rastro de la palabra zika en el envase. “Aquí del zika sólo hablan los extranjeros”, me cuenta una trabajadora de la cadena de droguerías brasileña. A los nativos les sorprende esta psicosis internacional. De hecho Halley, marca catalana repelente de insectos y que hace años que me protege de los atentados de los bichos, en su web explica que también actua contra los mosquitos Aedes, causantes del virus del Zika. Otra marca, Relec, lo tiene incluso impreso en sus envases. En Inglaterra Jungle también avisa de que su producto evita la picadura del mosquito de marras e incluso en EE.UU. la web de viajes Travel Medicine ha recomendado tres marcas (UltraThon, Ben’s y Saw-yer) para cualquier desplazamiento a Brasil.
Esto me lleva a la preocupación que verbalizó Pau Gasol hace un mes de venir a Río pero previa congelación de su esperma por el pánico a los casos de madres infectadas que ha sido vinculado al nacimiento de bebés con microcefalia. Me cuentan que Pau Gasol llegó a decir, supongo que exageradamente, que iba a congelar un litro de esperma. No se cuanto, ni por supuesto cuando, pero Pau lo ha hecho. Y no sólo eso sino que ha convencido a otros compañeros de la selección de hacer lo mismo. No he contactado con ningún médico para saber si, al margen de la precaución de Pau, es una acción (o diversas supongo) necesaria y si el esperma de Pau, como el del resto de miembros (y nunca mejor dicho) de la familia olímpica está en peligro. Como Pau es amigo me planté ayer por la mañana en uno de los hospitales públicos que tiene Brasil, el UPA (Unidade de Pronto Atendimiento, es decir, urgencias). Hay uno en Copacabana que da cobertura a esta zona de Río y a tres favelas Pavão, Cantagalo y Tabajaras a pesar de que las favelas tienen las llamadas clínicas de familia que también cubre el Estado. Llego y hay una veintena de personas aguardando al médico. Llevan una pegatina en el pecho donde se lee el nombre del paciente y la fecha. En el fondo de la sala una decena de despachos se supone que con sus médicos dentro. Le digo a la recepcionista si puedo hablar con uno sobre los peligros del zika en los Juegos. Al cabo de unos minutos me atiende un enfermero, Claudio. Tengo un amigo que trabaja en el Parc Taulí de Sabadell que siempre dice que quien conoce mejor la realidad son los enfermeros y que ellos podrían escribir la novela sobre la sanidad. A Claudio le pregunto por los peligros del zika, sonríe y me señala la gente que aguarda en la sala de espera. Multitud de todas las edades de quien desconoces sus dolencias excepto de un chaval que lleva un tobillo envuelto en hielo.
“¿Sabes cuántos de estos pacientes han venido por el zika? Ninguno. En Copacabana en los últimos tres meses no hemos tenido ni un solo caso. Ni uno. Diagnosticamos unos 50 en diciembre, enero y febrero que aquí es verano y teníamos temperaturas de 30 a 40 grados”. Ayer en Río, a mediodía, el termómetro marcaba sólo 23. Cuando le cuento que Pau Gasol ha congelado su esperma levanta los hombros. “Ninguém é igual a ninguém”, dice (“nadie es igual a nadie”). Estoy por llamar a Pau. Congelados al margen, para resguardarnos de los bichos en la inauguración de hoy, he entrado en la Droguería Pop. Aquí venden otro líquido antimosquitos. Se llama Off y cuesta 29,99 reales , unos ocho euros, más caro que el Repelek. Claro: Off es el repelente oficial de los Juegos. Lo juro. Por cierto, justo al lado de los antiinsectos hay una oferta de preventivos (preservativos) marca Blowtex: pague 4, llévese 6. Sólo por 3,95 (un euro). Una ganga.