De la solterona a la soltera de oro
Bárbara Lennie, Israel Elejalde, Oriol Pla, Irene Escolar e Iván Morales repasan la última Bienal de Àlex Rigola
Fue el hijo de Ricardo Darín en la emocionante Truman y esta temporada va a ser uno de los protagonistas de la nueva película de Agustí Villaronga, Incerta glòria, la adaptación de la gran novela de Joan Sales. Además, llevará al Lliure de Barcelona su exitoso monólogo Ragazzo. Pero por lo pronto Oriol Pla (Barcelona, 1993) está en Venecia. Aunque a él, confiesa, le parece estar en la montaña mágica. “La gente me decía que viniera a la Bienal de Teatro que dirige Àlex Rigola y siempre me pillaba lejos. No me creía lo que contaban. Un sitio con los mejores creadores del teatro mundial donde haces un curso y un pequeño montaje y te cuesta 120 euros...”. Este año se decidió a ir. Se apuntó a dos de los cursos de la última Bienal que dirige Rigola –en septiembre se va a los Teatros del Canal de Madrid–, y tras casi dos semanas Pla dice que la Bienal “es paradisiaca, festivales hay muchos y sitios en el mundo bonitos también, pero aquí dan además algo muy importante a gente que tiene mucha hambre”.
La Bienal que dirige Àlex Rigola se ha convertido en un lugar para aprender, cargar las pilas y tomar perspectiva, dicen los actores y directores españoles que la frecuentan en vez de irse de vacaciones. Rigola llegó hace siete años a Venecia con la intención no sólo de mostrar buen teatro sino de crear una universidad veraniega en la que los mejores de la escena global enseñaran jóvenes teatreros de todo el mundo. Y su éxito ha sido tal que su modelo lo han copiado otras ramas de la Bienal veneciana, como la Bienal de danza y la Mostra de cine, uno de los grandes festivales del mundo.
Y Pla no es el único emocionado. Por la Bienal de este año, que concluye el día 14 y cuenta entre sus maestros con gente como Willem Dafoe y Declan Donnellan, ha pasado por primera vez la actriz Bárbara Lennie, Goya por Magical girl y que comenzará a rodar el nuevo filme de Jaime Rosales, Petra, en octubre. “Venía de una etapa de mucho trabajo, de tener que dar muchos resultados, y aquí me han disparado el imaginario y me han dado ganas de ponerme de nuevo en marcha. Cuando estás seco es difícil hacer nada. Ha sido una vitamina”. La mayor, cuenta, ha sido descubrir el trabajo que hacen el catalán Blai Mateu y la francesa Camille Decourtye con la compañía de circo Baró d’Evel, que ha logrado un enorme éxito en la Bienal con el montaje Bèsties y sus talleres. Con ellos ha roto estereotipos sobre el circo y descubierto “un mundo poéticamente muy poderoso, tiene algo de atmosférico, litúrgico”. Y eso es lo que le interesa. “En la Bienal hay mucha diversidad de montajes pero todos los que están aquí hacen cosas que tienen que ver con lo íntimo, con una necesidad íntima, inédita y honesta. Como intérprete es balsáa