EE.UU. se muestra reacio a extraditar a Turquía al clérigo Gülen
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha aprovechado el fallido golpe de estado para hacer una purga en profundidad. Pero le falta su pieza más preciada, su examigo y ahora enemigo a muerte, el clérigo Fethullah Gülen, al que considera el cerebro de la asonada del pasado 15 de julio.
Las autoridades turcas han lanzado una orden de búsqueda y captura contra él esta semana. Y como residente en Pensilvania, reclaman a EE.UU. su extradición. Los dos países ya habrían iniciado las conversaciones para requerir el billete de regreso a casa del supuesto impulsor intelectual del levantamiento militar.
Sin embargo, y según avanzó ayer The Wall Street Journal, Estados Unidos no está dispuesto a satisfacer la petición de Ankara, a pesar de que esto suponga incrementar todavía más la sensación de los partidarios de Erdogan de que Washington jugó un papel en la organización del intento de derrocar al presidente.
El Gobierno turco ha remitido varios documentos para apoyar su petición. Los negociadores estadounidenses consideran, siempre según esta información, que están muy lejos de aceptar que haya realmente argumentos que justifiquen el traslado de Gülen, que se exilió en Estados Unidos en 1999. Desde su residencia rural de Saylorsburg, el clérigo sostuvo en un comunicado que la orden de captura es una prueba más de que Erdogan toma una deriva cada vez más autoritaria y se aleja de la democracia. También criticó la falta de independencia del sistema judicial turco.
Gülen no sólo niega su participación en el golpe, sino que considera que la propia mano el presidente de su país está detrás de esta acción, que se saldó con 271 muertos y más de 2.200 heridos.
Los expertos creen que la discusión por la extradición se prolongará durante meses y que ahora sólo se encuentra en sus inicios. Pero, tal como lo han planteado los turcos, los estadounidenses no observan evidencias de implicación, a la vez que califican de muy amenazadores, para la integridad del presunto cerebro, los reiterado pronunciamientos públicos que han realizado los oficiales de Ankara.
Estos comentarios han provocado la sospecha de que, una vez extraditado, Gülen no recibirá un tratamiento justo y que no dispondrá de oportunidad alguna para defenderse. Esta tesis se ha visto reforzada por las circunstancias que han rodeado a los oponentes domésticos detenidos.
A estos negociadores estadounidenses les resulta imposible vislumbrar un escenario en el que el religioso emprenda el viaje a Turquía. Los propios representantes de este país han reconocido que todavía no han concluido la presentación de pruebas. Estas evidencias las habrían conseguido en los interrogatorios. En Estados Unidos temen que las lograron mediante coerciones.