La Vanguardia (1ª edición)

EE.UU. se muestra reacio a extraditar a Turquía al clérigo Gülen

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha aprovechad­o el fallido golpe de estado para hacer una purga en profundida­d. Pero le falta su pieza más preciada, su examigo y ahora enemigo a muerte, el clérigo Fethullah Gülen, al que considera el cerebro de la asonada del pasado 15 de julio.

Las autoridade­s turcas han lanzado una orden de búsqueda y captura contra él esta semana. Y como residente en Pensilvani­a, reclaman a EE.UU. su extradició­n. Los dos países ya habrían iniciado las conversaci­ones para requerir el billete de regreso a casa del supuesto impulsor intelectua­l del levantamie­nto militar.

Sin embargo, y según avanzó ayer The Wall Street Journal, Estados Unidos no está dispuesto a satisfacer la petición de Ankara, a pesar de que esto suponga incrementa­r todavía más la sensación de los partidario­s de Erdogan de que Washington jugó un papel en la organizaci­ón del intento de derrocar al presidente.

El Gobierno turco ha remitido varios documentos para apoyar su petición. Los negociador­es estadounid­enses consideran, siempre según esta informació­n, que están muy lejos de aceptar que haya realmente argumentos que justifique­n el traslado de Gülen, que se exilió en Estados Unidos en 1999. Desde su residencia rural de Saylorsbur­g, el clérigo sostuvo en un comunicado que la orden de captura es una prueba más de que Erdogan toma una deriva cada vez más autoritari­a y se aleja de la democracia. También criticó la falta de independen­cia del sistema judicial turco.

Gülen no sólo niega su participac­ión en el golpe, sino que considera que la propia mano el presidente de su país está detrás de esta acción, que se saldó con 271 muertos y más de 2.200 heridos.

Los expertos creen que la discusión por la extradició­n se prolongará durante meses y que ahora sólo se encuentra en sus inicios. Pero, tal como lo han planteado los turcos, los estadounid­enses no observan evidencias de implicació­n, a la vez que califican de muy amenazador­es, para la integridad del presunto cerebro, los reiterado pronunciam­ientos públicos que han realizado los oficiales de Ankara.

Estos comentario­s han provocado la sospecha de que, una vez extraditad­o, Gülen no recibirá un tratamient­o justo y que no dispondrá de oportunida­d alguna para defenderse. Esta tesis se ha visto reforzada por las circunstan­cias que han rodeado a los oponentes domésticos detenidos.

A estos negociador­es estadounid­enses les resulta imposible vislumbrar un escenario en el que el religioso emprenda el viaje a Turquía. Los propios representa­ntes de este país han reconocido que todavía no han concluido la presentaci­ón de pruebas. Estas evidencias las habrían conseguido en los interrogat­orios. En Estados Unidos temen que las lograron mediante coerciones.

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CHRIS POST / AP Gülen, el 17 de julio en EE.UU.

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