Políticos deteriorados
Nuestros políticos, en lugar de trabajar al servicio de la ciudadanía, parecen hacerlo al servicio de sí mismos, preocupados por cuidar la imagen de cara a la galería. Pero ni eso son capaces de salvaguardar.
Rajoy se manifiesta ambiguo, perpetuado en una presidencia en funciones inane y demasiado prolongada. Sánchez se ha convertido en un ente de negativismo sistémico. Su censura a cual-
quier amago de negociación con el PP no tiene precedentes y resulta incomprensible cuando la ciudadanía ha decidido con sus votos que los políticos lleguen a consensos. Iglesias se revela cauto y expectante, condicionado por un número de escaños insuficientes para poder tener algo más que decir. Y Rivera, acomodado en el cuarto anfiteatro, con poca visión de juego. Abocado a la insulsa abstención por no querer que se le relacione de manera directa con su tan criticado Rajoy, por delegar toda responsabilidad a su coyuntural socio socialista y por tratar de evitar a toda costa que Iglesias tenga margen de maniobra.
DAVID PÉREZ TALLÓN
Madrid