El verano más triste
Unas velas convierten la moqueta de los bajos de un bar en una trampa mortal
El incendio accidental más luctuoso de Francia desde el 2005 convierte en drama la celebración de los veinte años de una joven policía municipal en Rouen: trece muertos y seis heridos.
Cuando aún se discutía la suspensión preventiva de la gigantesca Braderie de Nîmes, que cada 4 y 5 de septiembre convoca dos millones de personas, el destino se mostró más imprevisible que el terrorismo: el incendio accidental más luctuoso en Francia desde el 2005, convirtió en drama la celebración de los veinte años de una joven, policía municipal de los alrededores de Rouen: trece muertos y seis heridos.
Con un tuit, como ya es habitual, el primer ministro Manuel Valls expresó su “compasión” y “apoyo a las familias afectadas”. Y lo mismo hizo, desde Río, donde seguía la ceremonia inaugural de los Juegos, el presidente Hollande.
A menos de dos semanas del degollamiento por dos yihadistas del padre Hamel, en otro suburbio de la misma ciudad, esta vez la tragedia golpeó en la avenida Jacques Cartier, en pleno centro de la capital normanda, y por un instante el temor de atentado volvió a recorrer Rouen. El Cuba Libre, descrito como un “pequeño bar nocturno”, alojaba la fiesta en el subsuelo. Tendencia nacida de la crisis, los bares franceses suelen privatizarse en parte o totalmente para festejos diversos.
Poco después de medianoche, uno de los participantes –todos tenían entre 18 y 25 años– subió en busca del pastel de aniversario, con sus veinte velas encendidas. Al descender habría tropezado y en la caída, las velas encendieron la moqueta. Pero casi simultáneamente ardió el material aislante del cielo raso –“posible proyección de algunas velas”, avanzaba un miembro de la policía científica– y la emanación de gases tóxicos sería la causa de tanta y tan rápida muerte.
Un comunicado del ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, a las 4 de la madrugada de ayer, saludaba “la rapidez de acción de los efectivos de policía y bomberos, que permitió extinguir rápidamente el incendio”. Demasiado tarde sin embargo para las víctimas. Dos horas más tarde, el centro provincial de incendios y socorro ratificaba las cifras: “trece muertos, un herido grave y cinco heridos leves”.
Presente desde las dos de la madrugada –la hora en que habitualmente cierra el Cuba Libre–, el alcalde socialista de Rouen, Yvon Robert, deploraba “la peor catástrofe que haya sufrido la ciudad desde que dirijo el Ayuntamiento”.
Entre tanto, el hospital clínico de Rouen abría una célula de sostén psicológico, por la que ayer por la tarde habían pasado más de cincuenta
El accidente fortuito hace revivir el temor de otro atentado, tras el asesinato la semana pasada del padre Hamel
personas, familiares o amigos de las víctimas. Otros depositaban ramos de flores delante de las barreras que acordonaban el bar.
Y trece cirios encendidos en el altar de la misma catedral que la semana pasada celebró la misa de cuerpo presente del padre Hamel, recordaban, durante la misa de ayer, a las trece víctimas.
El tabaco salvó a una parroquiana del bar: “Había salido a la terraza para fumar cuando –explicó– empezaron las explosiones. Volaban botellas, saltaban cristales y en cuestión de segundos vi salir gente aterrorizada, muchos con las manos quemadas. Todo pasó en menos tiempo de lo que lleva contarlo”.