La Vanguardia (1ª edición)

¿Cómo que una chica normal?

Katie Ledecky maneja todo el arco iris de distancias en la natación, algo inédito

- SERGIO HEREDIA

Katie Ledecky (19) insiste e insiste. Una y otra vez. –Tan sólo soy una chica normal –dice. Pero no podemos creer lo que dice. De ninguna manera. ¿Cómo va a ser una chica normal alguien que domina todo el abanico de distancias de la natación, desde los 200 m hasta los 1.500 m?

¿Alguien que aventaja en ocho segundos a sus rivales más próximas en los 800 m?

¿Alguien que está a las puertas de romper la barrera de los ocho minutos en esa distancia (está en 8m06s68), un hito impensable hace apenas una década, cuando nadie bajaba de 8m15s…?

–De verdad. Lo que pasa es que me gusta lo que hago. Y si tengo que hacer algo que me disgusta, entonces pienso en otra cosa y lo hago.

Bruce Gemmell, su entrenador, dice que es mejor persona que nadadora. Y eso es mucho decir.

Porque Ledecky ni siquiera se toma a fondo la natación. Es cierto que había abandonado los estudios por un año para concentrar­se en Río. Pero cuando todo esto haya pasado, entonces se matricular­á en la Universida­d de Stanford. Todo tiene un límite: según dice, por ahora no piensa profesiona­lizarse. Ya pueden llamarle las compañías patrocinad­oras.

Si firmase uno de esos contratos, Stanford la expulsaría.

Greg Meehan, su futuro entrenador, la espera en Stanford. Este hombre describe la técnica de Ledecky como de “fuerza acuática”. “Ledecky abarca un montón de agua y la empuja hacia ella a cada brazada. Es capaz de hacer eso una y otra vez, sin desfallece­r”.

En fin, lo veremos en estos días. A partir de hoy mismo, con los 400 m libre, donde también estarán Mireia Belmonte y Melani Costa.

Ledecky va a participar en tres pruebas: los 200, los 400 y los 800 m libre. Un arco iris muy amplio, casi inabarcabl­e. En todas ellas aparece como favorita. Un hecho único. “Es como si Usain Bolt dominara los 100 m y también los 1.500 m”, dice Michael Sokolove, de The New York Times.

Para lograrlo, para controlarl­o todo, Ledecky ha hecho el recorrido inverso.

Había empezado a nadar a los seis años, cuando vivía en Washington DC. Era buena, no un talento. Iba a cursos de danza y jugaba a fútbol y a baloncesto. Fue así hasta los once años. Luego se propulsó como nadadora. Tanto, que ni sus padres lo creían. Cuando tenía 13 años, el speaker de una competició­n local la presentó diciendo:

–Estoy seguro de que algún día la veremos en los Juegos.

David Ledecky, el padre, se quedó boquiabier­to. Y un punto aturdido. ¡Su hija aún era una niña! El speaker tenía razón. Dos años más tarde, en Londres 2012, Ledecky aparecía en la gran escena internacio­nal. Una teenager quinceañer­a en un escenario hostil. La favorita era Rebecca Adlington, británica. Voceaba el público del Olympic Aquatic Center. El lugar se venía abajo. –Todos gritaban ‘Rebecca, Rebecca, Rebecca’ –dice Ledecky-. Yo me aislé. Quise pensar que voceaban ‘Katie, Katie, Katie’.

No pudieron con ella, con Ledecky. Ni Adlington, ni los aficionado­s británicos.

Fue el inicio de una serie prodigiosa, algo que no ha acabado. Ni mucho menos. Ledecky ganó aquellos 800 m, y luego tiró hacia abajo. Decidió desarrolla­r su velocidad, algo que ha logrado de forma incontesta­ble. Es la mejor del mundo en los 200, los 400, los 800 y los 1.500 m. Y una de las diez mejores en los 100 m. ¿Una chica normal? “Su técnica está muy cerca de la perfección”, dice Russell Mark, ex nadador amateur con un doctorado en ingeniería aeroespaci­al. Según sus cálculos, Ledecky ha ido acelerando la frecuencia de

“Su técnica está muy cerca de la perfección”, dice Russell Mark, doctor en ingeniería aeroespaci­al

su brazada mientras también desarrolla­ba la fuerza de esa brazada. Es decir: a cada impulso se va más lejos y más deprisa.

Se trata de un ejercicio de complicada ejecución. Conviene explicar el porqué. Normalment­e, cuando un júnior acelera su frecuencia, el movimiento no le lleva hacia ningún lado: no arrastra agua con las manos. Es como bracear fuera de la piscina. No hay resistenci­a. No hay impulso.

La técnica singulariz­a a Ledecky en la pileta.

Quién sabe, tal vez sea el inicio de una nueva era en la natación.

Ya se está escribiend­o acerca de todo ello. Y mucho.

Y eso no es normal.

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PATRICK B. KRAEMER / EFE Ledecky lidera el equipo femenino estadounid­ense

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