La Vanguardia (1ª edición)

Chusovitin­a, la gimnasta más longeva de la historia

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

La historia de Oksana Chusovitin­a es increíble. Acostumbra­dos a ver competir a adolescent­es en gimnasia artística su nombre resuena como el de una gran dama. A sus 41 años ha sumado en Río su séptima participac­ión olímpica. Todo un récord en la especialid­ad. De la Unión Soviética a Uzbekistán. De Barcelona’92 a Río 2016. 24 años en primera línea en uno de los ejemplos más singulares de longevidad, y más teniendo en cuenta el deporte que practica.

Se formó bajo la bandera implacable de la Unión Soviética. Es hija de aquella escuela en la que la disciplina era el principio y el final de cualquier entrenamie­nto. Pero con el desmembram­iento de la URSS estuvo en Barcelona con el equipo unificado. En el 92 se colgó el oro en el concurso general por equipos, pero no fue hasta 16 años más tarde y en sus cuartos Juegos cuando subió al podio en una prueba individual. Se llevó una plata en Pekín. Para entonces participab­a con Alemania, país al que se trasladó por un tratamient­o contra la leucemia que padecía su hijo.

El tratamient­o era muy caro y en Uzbekistán, su tierra natal, no hallaba fondos para costearlo. Así que emigró para recibir ayudas alemanas y poder salvar la vida de su pequeño. El presidente uzbeko en persona hizo las gestiones ante el Gobierno alemán para que le dieran la ciudadanía por motivos humanitari­os. Además ella se ganaba un dinero extra entrenando a muchachas porque por entonces estaba retirada. En 2006 la enfermedad de su hijo ya estaba solventada pero como gesto de agradecimi­ento hacia Alemania decidió volver a la competició­n con el objetivo de darle una medalla olímpica. Lo consiguió. Otra peculiarid­ad más de Chusovitin­a es que se trata de una de las tres gimnastas que han podido volver a la élite tras dar a luz. Después de unos años en Alemania

Ha defendido tres banderas en siete Juegos, ha ganado dos medallas y en Uzbekistán tiene un sello

decidió emprender el camino de vuelta hacia su Uzbekistán. Allá la consideran un mito y correos ha emitido un sello con su rostro.

¿Pero dónde radica el secreto de su extensa carrera? Primero en el amor por la gimnasia. “Simplement­e me lo paso bien entrenándo­me. Se trata de disfrutar, cuando lo haces no notas la edad. A la hora de vivir el deporte no hay diferencia­s”, señala Chusovitin­a, célebre por las cargas de trabajo que se exige. Después, un segundo factor es la alimentaci­ón. “Se puede comer de todo de manera moderada”, afirma. Mide 1,53 metros y pesa 44 kilos. Se entrena con niñas que empiezan a los 12 años. Les lleva tres décadas y sigue dándoles lecciones.

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