La Vanguardia (1ª edición)

“Has de escuchar lo que no dicen, porque la gente miente”

Tengo 59 años. Nací en Cambridge y vivo en Limoges (Francia) desde hace 4 años. Casada hace 34 años: dos hijos y tres nietos. Vivimos en una economía global y quiero ser parte de Europa. El‘ B re xit’ es ir atrás, un sentimient­o nostálgico que ha tenido m

-

Como periodista, ¿dónde ha puesto usted el foco? En las cosas extraordin­arias que les ocurren a las personas corrientes, gente como yo y mis vecinos.

¿Qué tipo de cosas extraordin­arias? Cuando en un tribunal se presentan las pruebas de un crimen se describen todos los detalles: las gotas de sangre, cómo se asestaron los golpes… Siempre me he preguntado qué sienten al escucharlo­s las esposas de los asesinos, las madres...

Debe de ser duro. Cuando nos hablan de asesinatos, secuestros o violacione­s, creemos saber a qué se refieren, pero si no has escuchado la descripció­n desde un punto de vista forense, no lo sabes.

Ha hablado usted con muchos familiares. Te dicen que es imposible que haya cometido esos crímenes, pero yo me pregunto qué piensan realmente cuando están a solas, y esa pregunta fue la que me llevó a escribir La viuda.

¿Qué ha entendido tras treinta años cubriendo tribunales? Que las cosas no son como parecen, el vecino puede ser un monstruo. Cuando entrevista­ba a los vecinos de un asesino siempre me decían: “Era muy buena persona, ¡era normal!”. Esperamos que los malos parezcan malos. Deseamos poder reconocerl­os, pero no.

¿Ha aprendido algo de ellos? No hay que confiar en lo que la gente dice. Debes escuchar sobre todo lo que no dicen, los silencios, porque la gente miente. Y te preguntas: “¿Se ha convencido de las mentiras que está contando o es una actuación?”

Yo quiero respuestas, no preguntas. Ja, ja, ja… Para un jurado, juzgar a alguien es algo muy emotivo, sin embargo los medios de comunicaci­ón lo hacen a diario. Antes, en Gran Bretaña, los periodista­s no podían formar parte del jurado; ahora han cambiado la ley, y me parece peligroso, porque los periodista­s somos desconfiad­os por naturaleza.

¿Por qué se pasó a la ficción? He escrito historias reales durante treinta años, y cuando lo dejé por primera vez tuve espacio en mi cabeza y tiempo para poder pensar en algo más, reflexioné sobre lo vivido y me obsesioné con los matrimonio­s y sus secretos.

Sugerente... Podía oír en mi cabeza la voz de Jeanie, la protagonis­ta de mi historia, cuyo marido, un pedófilo, había sido acusado del secuestro de una niña. Quería saber cómo vives con la idea de que puedes estar casado con un monstruo… Jeanie ¡Qué me miedo! susurraba: “¡Basta, no quiero continuar voz de conla cabezaeste sinsentido!”.escribí diez capítulosP­ara sacarmeque metíesa en un cajón durante cuatro años.

Escribir de crímenes, ¿le afectó? Algunas historias te persiguen. A mí me impactó la de la mujer de Harold Shipman: un médico de familia que se estima que asesinó a 218 pacientes. Se suicidó en prisión. Primrose, su esposa, lo apoyó durante todo el proceso.

¿Insistía en su inocencia? Ella era su recepcioni­sta y cuando en el juicio le decían que los pacientes entraban en la consulta y no salían, ella decía que no podía recordar. Yo quería saber desesperad­amente por qué no recordaba, qué pasaba por su cabeza.

Pero usted se ha enfrentado a esos casos muchas veces... La gente cree que los periodista­s tenemos la piel muy gruesa. Yo creo que los buenos periodista­s tienen la piel muy fina; porque sino puedes sentir, entender… ¿cómo vas a contarlo?... Los periodista­s que se convierten en cínicos pierden la capacidad de escuchar.

¿Qué ha descubiert­o sobre esas mujeres cuyo marido es un asesino? Lo poderosa que puede llegar a ser la mente a la hora de autoengaña­rse; y lo fácil que es ser malinterpr­etado, y me remito al caso de Madeleine McCann, (la niña inglesa que fue secuestrad­a en Portugal). La prensa empezó a decir que Kate, su madre, era sospechosa­mente fría.

Usted la conoció, ¿lo era? No, pero esperaban que se tirara de los pelos como ocurre en las películas. Sin embargo, cuando algo tan impactante te ocurre el impulso es controlar tus emociones, porque te aterroriza perder el control.

Policía y periodista­s fueron a por Kate. Cuando los periódicos señalaron al matrimonio, acabaron teniendo que indemnizar­les. El caso sirvió para que los medios se lo piensen dos veces antes de hacer juicios prematuros.

En su libro, además de la de su señora, también se mete en la mente del asesino. Entrevisté a hombres que habían sido acusados de pedofilia, de consumir pornografí­a infantil, y he utilizado citas reales. Uno trabajaba conmigo, Andy Bull, un tipo agradable.

¿Periodista? Sí, y escribió sobre el tema, pero utilizó los argumentos que utilizan todos los pedófilos: “Encontré esas imágenes por casualidad”, y eso no es posible. Y también dijo que esas imágenes le convirtier­on en adicto, que era una víctima.

¿Eso es posible? En todo caso, en lugar de continuar mirando aberracion­es mientras tus hijos duermen, tienes que buscar ayuda.

¿Qué ha aprendido del ser humano? Que todos tenemos una cara oculta que puede revelarse en un momento dado. Somos seres complejos, y si dejamos que se cocine en nuestro interior el odio, la venganza o la crueldad...

IMA SANCHÍS

 ?? XAVIER CERVERA ??
XAVIER CERVERA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain