Ezio Bosso, de Cage a las fuentes
Ezio Bosso Lugar y fecha: Festival Castell de Peralada. Auditori Parc del Castell (9/VIII/2016)
Catalunya acogió a Ezio Bosso en su única actuación en España. Destacado compositor afiliado a las estéticas minimalistas, a las que agrega un delicado humanismo capaz de conmover, y dotes de buen comunicador, desarrolló en solitario un programa cambiado en el último momento, en que, de todos modos, quedaron claras sus esencias. Es un minimalista que rinde culto a los grandes clásicos.
Felizmente –dadas las circunstancias climatológicas adversas que amenazaban el Castell de Peralada– Bosso dejó de lado su Music for the weather elements anunciada en el programa, y que alude a lluvias, truenos y rayos, y nos llevó de la mano a sus acogedoras “habitaciones”. Una especie de gran suite por la que transitamos, a paso minimal, encontrando al gran Bach (Bach was in another room) o Chopin –según Bosso, “un campeón de la mala suerte”– unidos por sus Preludios (imperando el del Clave bien temperado). Músicas que dejan de habitar sus partituras originales para –en manos de Bosso– mostrar sus colores esenciales, como un minimal que mira a otras formas de invenciones y desarrollos magistrales.
Pero este músico, que admira también y especialmente al gran maestro del género John Cage, dialoga con las imágenes y con el silencio. Y no sé si conoce la música de Mompou, pero bien podría dedicarle otra de sus “estancias”.
Y siempre mirando al cielo, que de tanto en tanto se anunciaba a los de la tierra con unas tenues gotas y, ya que toda habitación, según los simpáticos comentarios del músico, debe tener puertas y ventanas, nos contó musicalmente su experiencia en Following a bird. Pieza breve, forma en la que Bosso parece sentirse a gusto, que expresa algunas ideas, como aquella (¿el amor?) de “perderse para intentar seguir, sin condiciones”. Seguir con la vista el vuelo de un pájaro es también dialogar con el silencio, y parece señalar otra de las claves de la creatividad de Bosso, la de que toda música parte de la experiencia, o al menos la refleja. La construcción musical de esas piezas es sencilla, con una estructura repetitiva que suele proceder de la mano izquierda, y simples encajes armónicos –y de color– en la derecha, con variedad en dinámicas e intensidad. Así, para finalizar el viaje de la primera parte, rememoramos el Landscape de Cage, y llegamos a la habitación de Dickinson, que Bosso recoge en su suite como Emily’s room; sweet and bitter.
En la segunda parte todo fue resumido en una pieza de mayor ambición, pero menor calado, como es la Sonata n.º 1 en Do menor, en la que Bosso usa artilugios de piano preparado; merodea por el encordado , y desliza guiños de alteraciones rítmicas, ostinatos y resoluciones armónicas simples. No sé si en esta “habitación” tan amplia se siente cómodo, no me lo pareció. El público sí, y aclamó al compositor e intérprete.