La Vanguardia (1ª edición)

Mevlüt Cavusoglu

MINISTRO DE EXTERIORES TURCO

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

Turquía se niega a modificar su legislació­n antiterror­ista como le pide la UE para suprimir los visados. Y ayer amenazó, por boca de su ministro de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, con suspender el acuerdo sobre inmigració­n.

Duras palabras que reflejan hartazgo y cansancio de Ankara hacia Bruselas. El Gobierno turco lanzó ayer un ultimátum a la Unión Europea para que aplique el pacto alcanzado sobre la concesión de visados el próximo octubre, bajo la amenaza de suspender el acuerdo migratorio.

A una pregunta sobre si de nuevo cientos de miles de refugiados retenidos en Turquía podrían dirigirse hacia Europa si la UE no concede a los ciudadanos turcos la exención de presentar un visado a partir de octubre, el jefe de la diplomacia en Ankara, Mevlüt Cavusoglu, ha declarado: “No quiero hablar sobre el peor de los casos –continuamo­s las conversaci­ones con la UE–, pero está claro que, o bien aplicamos todos los acuerdos al mismo tiempo o bien los suspendemo­s todos”.

En una entrevista publicada ayer por el tabloide alemán Bild —con sus 1,96 millones de ejemplares vendidos a diario sigue todavía como número uno en Europa—, el ministro de Exteriores turco se despachó a gusto contra el trato que Turquía está recibiendo de Europa en estos momentos: “Sólo amenazas, insultos y un bloqueo total”, resumió.

La entrevista —con el llamativo titular “Europa humilla a Turquía”– ha sido publicada justo en el aniversari­o del primer mes después de la sangrante intentona de golpe de Estado del 15 de julio, a resultas de la que “el pueblo turco está traumatiza­do” y “eso también es lo que no entienden los europeos”. En vez del necesario apoyo moral en un momento trágico en la historia de Turquía—con el número oficial de al menos 240 muertos en la intentona—todo lo que recibe el país euroasiáti­co, viene a decir el diplomátic­o, son sólo reacciones negativas por parte de países europeos. “Nos humillan en lugar de ayudar a Turquía”, remacha.

Lo que no dice el representa­nte de Ankara —quizás porque su diplomacia se lo prohíbe— es un secreto a voces en Turquía: la respuesta de varios países europeos

“Nos humillan en lugar de ayudar a Turquía”, se queja el ministro Cavusoglu en alusión a Bruselas

ha sido tal que parece que hubieran aprobado de buena gana el derrocamie­nto del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, elegido por el 51,8% de los turcos en el 2014.

En cambio, lo que sí menciona Cavusoglu bajo la atenta mirada de Atatürk en su despacho de Ankara es una “hostilidad hacia Turquía” en un momento traumático para la historia del país: “Fue el golpe más sangriento en la historia de Turquía. Hubo gente arrollada por tanques, tiroteada por cazas, el Parlamento fue bombardead­o”. Por lo que la población turca, a juicio de Cavusoglu, se pregunta ahora mirando a Bruselas: “¿Para qué tenemos socios, si no nos mantenemos unidos en tiempos de necesidad?”.

En Ankara se han echado en falta condenas más vehementes del golpe castrense y visitas de alto rango tras la intentona.

Está claro que antes de conceder la exención de visados, Bruselas quiere que Turquía suavice su ley antiterror­ista. Pero, a raíz del golpe, lo contrario parece cierto: Ankara declaró el 20 de julio un estado de excepción por espacio de tres meses. Al poco, se suspendía la Convención Europea para los Derechos Humanos.

Ahora, el número de ciudadanos turcos suspendido­s o expulsados de sus trabajos después de la fallida intentona llega a 81.494.

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MANU BRABO / AP Inmigrante­s subsaharia­nos descansan tras ser rescatados en el mar, cerca de Libia

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