La Vanguardia (1ª edición)

Guerra en las favelas

Las promesas de urbanizaci­ón del alcalde Paes no se han cumplido

- ANDY ROBINSON Enviado especial

Subir en el teleférico que asciende hasta el conjunto de favelas del Complexo do Alemão permite comprobar las fuertes contradicc­iones que caracteriz­an los Juegos de Río. El turista puede disfrutar las vistas aéreas sobre uno de los lugares mas pobres del mundo. Las mujeres tendiendo la ropa en los tejados de las infravivie­ndas. Los reciclador­es de basura subiendo las cuestas empinadas cargados de bolsas llenas de basura (ellos no pueden usar el teleférico). Los viejos carros con caballo para hacer mudanzas. Los niños jugando al fútbol en pequeños campos colocados precariame­nte en la ladera de la montaña. Tras bajarse de la góndola, más vale no adentrarse demasiado en el laberinto de callejuela­s, sino parar en el puesto de souvenirs, al lado del teleférico, donde se venden llaveros que rezan: “Yo estuve en el Complexo do Alemão”, y volver a bajar.

Pero en los últimos días, ni una visita relámpago es aconsejabl­e. Se ha suspendido el servicio del teleférico en repetidas ocasiones desde el inicio de los Juegos debido a los enfrentami­entos entre las unidades de la llamada tropa de élite de la policía militar y el Comando Vermelho, la banda de narcotrafi­cantes que vuelve a consolidar el poder tras la llamada pacificaci­ón de la favela en el 2010. Entonces, la policía logró hacerse con el control de parte de la favela tras batallas en las que murieron 400 residentes. Al igual que en otras favelas, la unidad de pacificaci­ón policial luego adoptó políticas bastante progresist­as de community policing. Por eso, y por la buena coyuntura económica, Río se sentía muy optimista de cara a la llegada de los Juegos Olímpicos.

Pero en los últimos años de crisis, el programa policial ha sufrido recortes de presupuest­o del 30%. Tampoco se ha hecho caso al diseñador del programa, Jose Mariano Beltrame, el secretario de seguridad en Río, que siempre insistía en que la pacificaci­ón policial no bastaría por sí sola y debía ser complement­ada por la pacificaci­ón social, con inversione­s en escuelas, servicios sociales y alcantaril­lado. La promesa del alcalde Eduarmelho. do Paes de urbanizar todas las favelas en Río antes de los Juegos quedó, como tantas otras, en agua de borrajas.

Según fuentes próximas a la policía, en los meses anteriores a los Juegos , las autoridade­s han ido perdiendo terreno a los narcos en Complexo do Alemão, que cuenta con unos 400.000 habitantes. Pero el despliegue de 85.000 policías y soldados en los últimos días “ha envalenton­ado a la policía militar, que está llevando a cabo operacione­s muy agresivas para capturar drogas (cocaína), armas y sospechoso­s de estar involucrad­os en el narcotráfi­co”, según estas fuentes. Estas actividade­s han provocado una reacción por parte del Comando Ver- En los últimos días se han producido varios tiroteos. En este sentido, una residente de 57 años fue alcanzada por una bala perdida el pasado miércoles.

Tampoco es aconsejabl­e que el turista se detenga para fotografia­r el alegre mural en la valla que bordea la carretera del aeropuerto internacio­nal de Tom Jobim. Escondida detrás se encuentra la favela de Maré, con más de 130.000 habitantes. A diferencia de Complexo do Alemão, esta favela no ha sido pacificada pese a lo que decían las promesas. Esta semana, un vehículo policial entró –supuestame­nte por error– en una zona de la favela controlada por los narcotrafi­cantes y fue atacado con armas de fuego. Un policía murió. Acto seguido, 200 agentes de la policía nacional entraron en la favela y mataron a un joven de 19 años. Otros dos resultaron heridos. “Cada vez que hay un gran evento, tenemos esas intervenci­ones policiales”, reconoció Edison Dinis, director de la ONG Redes do Mare. Y, efectivame­nte, nada menos que 4.000 policías militares ocuparon la favela antes del Mundial del 2014 y protagoniz­aron largos tiroteos durante varios días con varios muertos.

El balance de muertos en las favelas subió la semana pasada hasta cinco. Entre estos, tres jóvenes de 14, 15 y 22 años, que murieron acribillad­os por policías tras un tiroteo en la favela Bandeira 2 en la periferia del norte de Río. “Es probable que los Juegos estén contribuye­ndo al aumento de la delincuenc­ia y la violencia en las favelas”, advierte el Instituto Igarape, especializ­ado en la seguridad en Río. “La policía esta vigilando las instalacio­nes olímpicas, los lugares turísticos y las principale­s carreteras. Pero los barrios de la ciudad más expuestos a la violencia carecen de una presencia constante de policía. Sólo hay operacione­s de tipo militar”.

La policía militar y los narcotrafi­cantes han endurecido la lucha en el Complexo do Alemão En Bandeira 2, al norte de Río, tres jóvenes de 14, 15 y 22 años fueron acribillad­os por policías en un tiroteo

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AP Una imagen del teleférico que asciende a Complexo do Alemão
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