La polémica por el uso de la prenda cruza Francia y llega a Flandes
“La N-VA quiere prohibir el burkini en la costa… donde no se ha visto jamás”. Este es el irónico titular que eligió ayer la agencia de noticias belga para explicar la nueva propuesta del partido nacionalista flamenco, que en los últimos años ha ido virando su mensaje a la derecha por la presión del xenófobo Vlaams Belang.
Con motivo o sin él, lo cierto es que tras la prohibición en los ayuntamientos franceses de la Costa Azul, el debate sobre el uso de esta prenda ha cruzado la frontera y se ha instalado en Bélgica. La primera fuerza de Flandes planteó ayer erradicarla de todas las zonas de baño en la región. “Es absolutamente necesario evitar que las mujeres se paseen en burkini por Flandes. Ni por las piscinas, ni por las playas”, dijo Nadia Sminate, diputada de la comisión de radicalización del Parlamento flamenco. “No creo que quieran llevar tal vestimenta en nombre de la fe”, añadió.
La cúpula del partido elogió sus palabras y los servicios jurídicos están estudiando ya si sería legal extender la prohibición a todo el país. Quieren averiguar si la decisión se puede implantar a nivel federal, o corresponde tomarla a los alcaldes de cada localidad. Los diarios flamencos preguntaron ayer a varios de los que gobiernan en las ciudades costeras del norte de Bélgica y por ahora ninguno de ellos planteó inconvenientes con el uso de burkini.
El partido cristianodemócrata de Flandes (CD&V) rechazó que el veto sea tan radical y se limitó a recordar que la prohibición ya existe en las piscinas públicas “por razones de higiene”, en boca de uno de sus diputados. “No podemos resolverlo todo con una prohibición, porque si no, tendríamos un Estado policial”.
Con un elevado porcentaje de población musulmana, el debate sobre la conveniencia del burkini acostumbra a ser recurrente en Bélgica de vez en cuando y, de hecho, su prohibición es común en todas las piscinas del país, del mismo modo que también existen restricciones para otros tipos de prenda.
“Sólo un traje adaptado a la práctica de la natación se acepta. Por lo que tanto los bañadores demasiado largos, como los burkinis están prohibidos”, dijo la alcaldesa del distrito bruselense de SaintGilles. Incluso justificó el rechazo por motivos de seguridad: “Las prendas demasiado largas pueden provocar riesgos innecesarios”. Teniendo en cuenta estos condicionantes, añadió que su uso “sólo podría conducir a tensiones entre los usuarios de las piscinas”.