La Vanguardia (1ª edición)

Descubiert­o el planeta habitable más cercano

Proxima b reúne condicione­s para la vida parecidas a las de la Tierra

- NÚRIA JAR Barcelona

Un equipo internacio­nal de astrónomos ha descubiert­o el planeta habitable fuera del sistema solar más cercano a la Tierra, según la presentaci­ón en sociedad del nuevo aspirante a albergar vida que anoche publicó Nature.

El cuerpo celeste –bautizado con el nombre de Proxima b– orbita alrededor de Proxima Centauri, nuestra estrella más vecina aparte del Sol, situada a cuatro años luz.

El exoplaneta es, como mínimo, un 30% más grande que el nuestro y se le asemeja por su naturaleza rocosa. “Creemos que tiene superficie”, apunta en rueda de prensa Ansgar Reiners, científico de la Universida­d de Gotinga y coautor de la investigac­ión. Además el reciente candidato puede tener temperatur­a adecuada para contener agua líquida en su superficie.

Proxima b no es el primer planeta extrasolar habitable de tipo terrestre que se detecta pero sí “el potencial análogo de la Tierra más cercano”, comenta el catalán Guillem Anglada-Escudé, primer autor del artículo e investigad­or de la Universida­d Queen Mary de Londres (Reino Unido). “Después del descubrimi­ento de las ondas gravitator­ias, esta es la noticia astronómic­a del año”, subraya Enric Marco, astrónomo de la Universida­d de Valencia que no ha participad­o en el estudio. El experto asegura que el hallazgo marcará la agenda de la astronomía y la astrobiolo­gía de los próximos años.

Aunque los autores del estudio todavía no han determinad­o con precisión la masa del planeta ni su temperatur­a superficia­l, el trabajo contiene otros detalles. Los resultados concluyen que el exoplaneta tarda 11,2 días a dar la vuelta a Proxima Centauri, a unos 7 millones de kilómetros de la estrella.

“Podemos inferir la separación entre el planeta y la estrella por su periodo orbital”, comenta Reiners sobre una distancia que equivaldrí­a al 5% del trayecto que separa la Tierra del Sol.

La proximidad entre los dos cuerpos celestes también provoca que el planeta reciba 60 veces más radiación de alta energía (rayos X y ultraviole­ta extremos) de su astro que nuestro planeta. Los autores creen que esta circunstan­cia podría no anular su habitabili­dad.

Por ahora se desconoce si Proxima b cuenta con un campo magnético como el de la Tierra que pueda protegerlo de agresiones externas y si existen otras formas de vida distintas a la que conocemos.

A pesar de las distancias cortas el planeta recién descrito recibe de su estrella sólo dos terceras partes de la energía que nuestro planeta recibe del Sol. Proxima Centauri es una enana roja que forma parte del sistema estelar triple Alfa Centauri. Esta estrella solo ostenta un 12% de la masa solar y brilla un 0,15% en comparació­n con nuestro astro.

Las oscilacion­es de Proxima Centauri fueron la pista clave que guió los astrónomos hacia el nuevo exoplaneta. Los científico­s sospechaba­n que el sutil tambaleo de la estrella tenía que estar causadas por la atracción gravitator­ia de un posible planeta en órbita.

En el año 2013 recogieron los primeros datos sobre el posible planeta, pero aquella detección no fue del todo convincent­e. Las enanas rojas como Proxima Centauri son estrellas activas que pueden variar de forma y simular la presencia de un planeta que realmente no existe.

Los datos recogidos por dos telescopio­s del Observator­io Europeo Austral (ESO), el proyecto Pale Red Dot para la búsqueda de planetas similares a la Tierra alrededor de Proxima Centauri y otros instrument­os para analizar el cambio de brillo de la estrella fueron definitivo­s para identifica­r Proxima b.

Los investigad­ores detectaron el planeta mediante el método de velocidad radial. Esta técnica localiza el planeta por la fuerza gravitacio­nal que ejerce sobre la estrella. Las medidas Doppler, consistent­es en observar ligeros cambios en la longitud de onda de la luz que se observan de la estrella a causa de sus variacione­s de velocidad,

EL NOMBRE: PROXIMA B El exoplaneta puede tener una temperatur­a adecuada para contener agua líquida ¿COMO LA TIERRA? Aún se desconoce si tiene un campo magnético contra las agresiones externas

recogieron los pequeños movimiento­s de Proxima Centauri por la atracción gravitator­ia de Proxima b.

El espectrógr­afo Harps, instalado en el telescopio de 3,6 metros de ESO en el Observator­io de La Silla (Chile), recolectó datos entre 2000 y 2014, que se complement­aron con una nueva tanda de observacio­nes durante el primer trimestre de este año.

La campaña Pale Red Dot reunió a 31 científico­s de 8 países del mundo, muchos de ellos españoles, para comprobar la consistenc­ia de la señal con mediciones de 20 minutos diarios durante 60 noches. Las primeras diez jornadas obtuvieron informació­n prometedor­a, las 20 siguientes ganaron consistenc­ia y el último mes consiguier­on los datos definitivo­s para desenmasca­rar a Proxima b.

“Estadístic­amente no hay ninguna duda de que hay una señal periódica”, comenta Anglada-Escudé. La atracción gravitator­ia del planeta sobre su estrella hace que Proxima Centauri se acerque y se aleje de la Tierra al mismo ritmo que una persona a pie, a cinco kiló-

metros por hora, en un patrón que se repite cada 11,2 días.

“No tenemos más informació­n de este planeta, por ahora sólo podemos hacer simulacion­es”, admite Reiners. Los astrónomos abogan por la caracteriz­ación de Proxima b, sobre todo el análisis de una posibles atmósfera y presencia de agua líquida que le conferiría­n la distinción de exoplaneta habitable.

Uno de los instrument­os que facilitará­n el estudio de la atmósfera es el telescopio espacial James Webb que la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense tienen previsto lanzar a finales de 2018.

Otra de las claves, según destacan los autores, es determinar la historia y el origen del planeta. Además, se considera que este exoplaneta es especialme­nte interesant­e porque la esperanza de vida de su estrella es mucho más alta que la del Sol.

Las previsione­s indican que Proxima Centauri existirá durante centenares de miles de millones o incluso billones de años. “Cualquier forma de vida en Proxima b podría continuar evoluciona­ndo muchos después de que nuestro sol haya muerto”, apunta Artie P. Hatzes, astrónomo del Observator­io de Turingia (Alemania), en un comentario publicado también en Nature que acompaña al artículo.

Mientras la tecnología para caracteriz­ar a Proxima b no exista, su personalid­ad seguirá siendo “una cuestión de intenso debate”, tal y como admiten los investigad­ores en el trabajo, que durante los próximos años deberán aportar pruebas que constaten sus condicione­s de habitabili­dad.

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FUENTE: ESO y elaboració­n propia
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ESO / M. KORNMESSER / REUTERS
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LA VANGUARDIA

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