La sombra de L’Aquila
El seísmo recuerda al catastrófico terremoto del 2009, en que 309 personas perdieron la vida
Casas derrumbadas, personas rescatadas de entre los escombros, perros rastreadores, lágrimas, desesperación. Las imágenes que dejó ayer el terremoto en la provincia de Rieti revivieron los peores recuerdos del seísmo de los Abruzos, el 6 de abril del 2009, que provocó 309 muertos y 80.000 desplazados, y devastó la ciudad medieval de L’Aquila.
“Eso que vimos hace años en L’Aquila es lo que acaba de pasar aquí”, dijo el propio alcalde de Amatrice –el principal municipio afectado ayer–, Sergio Pirozzi. “Hay muchas personas bajo los escombros. Estamos preparando un lugar para los cadáveres”.
Hace siete años, la bellísima capital de los Abruzos quedó en suspenso a las 3.32 h de la madrugada. En el terremoto de este martes los relojes de Amatrice se pararon casi a la misma hora, a las 3.36 h. Apenas las separan 60 kilómetros de distancia. En esa ocasión el temblor tuvo una magnitud 6,3 en la escala de Richter y también generó réplicas que llegaron hasta Roma.
La principal diferencia entre ambos seísmos es el alcance de la población afectada. Mientras L’Aquila es una capital de región con una población de más de 73.000 habitantes, en Amatrice viven unas 2.600 personas. El horror es el mismo, pero ha afectado a menos gente.
Entonces el primer ministro era Silvio Berlusconi. Declaró inmediatamente el estado de emergencia y aprobó un paquete de ayudas para levantar la ciudad. Pero cuando se cumplió el quinto aniversario de la tragedia, en el 2014, con 12.000 millones de euros gastados, la reconstrucción apenas había comenzado. La profusión de vigas, escombros y estructuras maltrechas seguían siendo la norma en el centro histórico medieval. Y sigue en obras. Uno de los principales problemas en la lentitud de la reconstrucción es la complejidad de la legislación italiana para aprobar los proyectos debido al alto valor histórico de muchos de los edificios. Tras la catástrofe, el Gobierno de Berlusconi apostó por dejar el centro en ruinas y levantar viviendas prefabricadas en la periferia de la ciudad, que era la alternativa más rápida para dar una casa a los que la habían perdido. Esta operación supuso un negocio para las empresas que se los adjudicaron, con los consiguientes escándalos por corrupción. El terremoto de L’Aquila suscitó un gran debate sobre su predecibilidad. Tres años y medio después del desastre del 2009, un juez condenó a seis años de prisión a los siete expertos que no supieron interpretar correctamente las presuntas señales que habrían avisado del terremoto. Tras una airada reacción pública, el Tribunal de Apelación absolvió a seis de ellos y redujo a dos años la pena del responsable de la región, que no llegó a entrar a la prisión.
La pesadilla de los Apeninos ha perseguido ahora más a unos que a otros. Ayer por la tarde se supo que
Siete años después, Italia vuelve a vivir otro terremoto, a apenas 60 kilómetros y a la misma hora de la madrugada
una madre que hace siete años huyó de la devastación en L’Aquila y decidió mudarse a Ascoli, en la zona afectada por los temblores de este miércoles, ha perdido a su hija pequeña bajo los escombros.
Martina Turco estaba junto con su marido y su hija de 18 meses en el pueblo de Arquata del Tronto, donde iban a pasar las vacaciones, señala Il Fatto Quotidiano . El abuelo de la niña acudió al lugar de la tragedia. “No me querían dejar pasar por temor a los derribos”, relató Massimo Piermarini. “Pero les dije que me daba igual, que tenía que buscarlos. Lamentablemente no he podido hacer nada por la pequeña”. La mujer y el marido fueron ingresados en el hospital.