La Vanguardia (1ª edición)

Impredecib­les

- Xavier Goula X. GOULA, jefe de Área de Geofísica y Sismología del Institut Cartogràfi­c i Geològic de Catalunya

Italia tiene una intensa sismicidad y cada 5 o 10 años se ve golpeada por algún terremoto destructor. Algunas veces en zonas densamente pobladas, como el del 2009 en L’Aquila. Otros, en zonas de fuerte actividad económica, como el del 2012 en Emilia-Romaña. Y, algunas veces, en zonas más rurales, como los de 1997 o el de ahora del 2016, y, lamentable­mente, siempre con pérdida de vidas.

Los últimos años ha habido grandes avances en el conocimien­to del fenómeno sísmico. Por una parte, por el despliegue de numerosas redes sísmicas robustas que dan lugar a informacio­nes precisas y rápidas de las caracterís­ticas de los terremotos, y, por otra, por el estudio geológico de las fallas, que en Italia ha sido muy exhaustivo. Estos avances han permitido delimitar y caracteriz­ar mejor las zonas sísmicas y conseguir una mejor prevención del riesgo sísmico. A pesar de estos avances, los seísmos se presentan de manera repentina, sin precursore­s claros y, hoy por hoy, se consideran impredecib­les, a diferencia de cómo se pueden predecir, por ejemplo, los fenómenos meteorológ­icos. Para afrontar el peligro de los terremotos, la mejor estrategia es actuar sobre las edificacio­nes, vulnerable­s a los movimiento­s producidos por los terremotos. Así, para una buena gestión del riesgo sísmico, además de un buen conocimien­to del fenómeno, es muy importante la reducción de la vulnerabil­idad de los elementos expuestos. Aquí interviene­n, por ejemplo, las Normas de Construcci­ón Sismorresi­stente, que dan las pautas a seguir para que los edificios puedan resistir los terremotos propios de cada zona sin derrumbars­e. De todos modos, en zonas como Italia, o como toda el área mediterrán­ea con un valioso legado arquitectó­nico, el problema más importante radica en las construcci­ones edificadas antes de estas normas, que datan de los años 50 en países como Italia, Grecia o Turquía, o de los años 70, en el Estado Español, afortunada­mente porque tenemos una sismicidad moderada. Sin embargo no estamos exentos de tener terremotos, como nos recordó desgraciad­amente en el año 2001 el seísmo de Lorca (Murcia). Este terremoto de magnitud 5,2, con una energía 30 veces inferior al seísmo de Italia, causó daños muy importante­s, porque tuvo lugar debajo mismo de la ciudad.

Además, los recientes Planes de Emergencia Sísmica, como es el Plan Especial de Emergencia­s Sísmicas de Catalunya, aportan un seguro a la población, en caso de producirse un terremoto.

Cada vez que eso pasa en un país próximo, de caracterís­ticas constructi­vas parecidas a las nuestras, como es Italia, hay que tener en cuenta algunas considerac­iones básicas. Mantenerse vigilante en el seguimient­o de la sismicidad, tal como se está haciendo en Catalunya con un buen sistema de informació­n sísmica, como el que ofrece el Institut Cartogràfi­c i Geològic de Catalunya (ICGC). Hace falta seguir las normas de construcci­ón vigentes para toda obra nueva y completar los planes de emergencia municipal con el fin de hacer operativas las recomendac­iones del plan Sismicat. Mirando atrás, también hay que empezar la evaluación de la vulnerabil­idad de nuestras edificacio­nes más antiguas, particular­mente aquellas que tienen un uso especial, como los centros educativos y sanitarios con el fin de establecer prioridade­s en las posibles actuacione­s que realizar.

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