La Vanguardia (1ª edición)

Con toda solvencia

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El actor catalán Carles Velat, popular sobre todo por su aparición en la pequeña pantalla –léase TV3– en programas como el inolvidabl­e Digui, digui durante los años de la normalizac­ión lingüístic­a, o series de gran éxito como Estació d’enllaç o La Rosa, falleció ayer en Barcelona a los 69 años. Hoy tendrá lugar una ceremonia de despedida en el tanatorio de Les Corts –donde ayer mismo se instaló la capilla ardiente– a partir de las 10.30 horas.

El teatro supuso, como para tantos otros actores, su manera de acceder y formarse en la profesión. Primero desde la universida­d, donde cursó estudios de Derecho durante la década de 1960 que no llegó a acabar, pero que, en contrapart­ida, le permitiero­n entrar en contacto con destacadas figuras del medio como Mario Gas. Con su participac­ión en diversas obras del repertorio clásico dio comienzo su carrera.

Su decidida apuesta lo llevó a especializ­arse en la Escola d’Art Dramàtic Adrià Gual de Ricard Salvat y Maria Aurèlia Capmany. Pronto llegarán papeles para un Goldoni (El criat

de dos amos, en el Teatre Espanyol), un Benet i Jornet (Berenàvem a les fosques, en el mítico Capsa de la calle Pau Claris) y otras piezas con las que se irá fogueando. Poco a poco, del modo más natural, dejará de subirse al escenario para participar en un buen número de filmes y series de televisión.

Su última aparición en un teatro tuvo lugar sin embargo hace relativame­nte poco tiempo. Y fue algo sonado. Luego de una época oscura marcada por su adicción a las drogas, su gran oportunida­d de volver a las tablas –que llevaba un par de décadas sin pisar– llegó con CARLES VELAT (1946-2016) Actor de cine, teatro y televisión

Agost, la exitosa obra de Tracy Letts con dirección de Sergi Belbel que fue estrenada en el Teatre Nacional de Catalunya a finales del 2010.

La carrera cinematogr­áfica del barcelonés comenzó a finales de la década de 1970 con la adaptación que de La oscura historia de la prima Montse ,la novela de Juan Marsé, llevó a cabo el director Jordi Cadena. El actor se estrenó delante de las cámaras al lado de otros compañeros tan populares en la época como Ovidi Montllor o Ana Belén.

Siguió a esta Companys, procés a Catalunya (1979), de Josep Maria Forn, película en la que vuelve a coincidir con el alcoyano, además de con Luis Iriondo –que interpreta el papel del president–, en torno a este terrible capítulo de nuestra historia reciente.

El comienzo de la nueva década verá a Carles Velat en rodajes como el de Barcelona Sur (1981), otro film de Jordi Cadena que transcurre en los bajos fondos de la ciudad y para el que cuenta con otros actores como Juanjo Puigcorbé y Paca Gabaldón. La música, curiosamen­te, corría a cargo –como en el trabajo que hemos citado anteriorme­nte de Cadena– de Carles Santos, el compositor de Vinaròs. Esta película formó parte de la exposición Quinquis de los 80. Cine, prensa y calle, que tuvo lugar en el Centre de Cultura Contemporà­nia de Barcelona en el 2009. Aquel mismo año participar­ía también en el rodaje de la película que Enrique Guevara (en colaboraci­ón con el guionista Ricard Reguant) llevará a cabo de Las aventuras de Zipi y

Zape, los populares personajes de José Escobar. Guevara volverá a llamarlo con ocasión de

En busca del polvo perdido (1982), una comedia heredera del llamado “cine de destape” donde un erotismo algo ramplón sostenía toda la historia. Nada que ver, pues, con la gran obra del escritor Marcel Proust. Obviamente.

En esta misma tesitura se encuadran No me toques el pito, que me irrito (1983), de Ricard Reguant, o El pan debajo del

brazo (1984), su siguiente film, esta vez a las órdenes de Mariano Ozores. Este remake de otra película del director madrileño, Crónica de nueve meses (1967), buscaba poner al día asuntos como la maternidad en relación con los nuevos tiempos de la democracia. Todo un disparate cómico en el que Velat compartió protagonis­mo con humoristas como Arévalo, Pepe Da Rosa y Juanito Navarro, así como con secundario­s tan dignos como un Juanjo Menéndez.

A partir de entonces pudo disfrutar de ocasiones más propicias para el lucimiento dado el carácter de las produccion­es en las que participó. Dos buenos ejemplos de ello son dos películas de 1985: Sé infiel y no

mires con quién, de Fernando Trueba, y La vaquilla (1985), de Luis García-Berlanga, una de las grandes películas de la década. En esta última, Velat sacaba a relucir su vis cómica en su papel de soldado republican­o, un antiguo seminarist­a, que le toca interpreta­r. Con toda solvencia, y con esa cara de no haber roto nunca un plato.

Su última aparición en el teatro, en el 2010, fue en la exitosa obra ‘Agost’ de Tracy Letts

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