La Vanguardia (1ª edición)

Alto rendimient­o

Las deportista­s españolas vuelven a superar a sus compañeros en medallas olímpicas pese a ser menos

- RAMÓN ÁLVAREZ Barcelona

“Ya se vio en Londres que las mujeres estamos delante en el medallero y ahora lo hemos vuelto a hacer. Yo no me puedo quejar, pero es cierto que en muchos deportes aún no somos iguales que los hombres y creo que deberíamos serlo”. La reivindica­ción de Mireia Belmonte a su regreso de Río con dos medallas olímpicas –un oro y un bronce que sumar a las dos platas que ya había conseguido en Londres– dejan a las claras que las cosas están cambiando para el deporte femenino español, aunque no lo suficiente. “Si se nos dan las mismas facilidade­s que a ellos obtenemos incluso mejores resultados. No pedimos más que eso”, dijo Ruth Beitia tras colgarse el oro en el salto de altura femenino.

Las deportista­s se codean con sus compañeros en la mayoría de deportes individual­es y compiten con ellos por los patrocinad­ores. El Banco Santander apostó por la imagen de Mireia antes de dar su nombre a LaLiga y Carbonell encontró en Carolina Marín la mejor vía para introducir­se en el mercado asiático.

Y en igualdad de condicione­s, con los recursos de las federacion­es y las becas ADO que reciben los portadores de un diploma olímpico, ellas están obteniendo un mejor rendimient­o. Y no porque el deporte olímpico femenino sea menos competitiv­o que el masculino. Eso se acabó cuando países como China o Japón, de cara a sus Juegos, decidieron volcarse hacia esos nichos que aún ofrecían algunas especialid­ades de féminas en busca de medallas. El problema sigue radicando en los deportes de equipo, sobre todo los profesiona­les, donde los hombres cuentan con muchos más recursos que las mujeres.

Una cuestión de mercado de difícil solución que el Consejo Superior

de Deportes (CSD) decidió abordar para conseguir que el fútbol español no sólo renunciase a su subvención –distribuid­a entre el resto de federacion­es–, sino que LaLiga haya impulsado el programa LaLiga4Spo­rts, centrada en los deportes olímpicos, con muchas competidor­as como perceptora­s de las ayudas. “Ni podemos cambiar el mercado ni es nuestra función, pero sí hacer que las mujeres dispongan cada vez de más recursos y facilidade­s para desarrolla­r su deporte”.

Entre esas facilidade­s, el programa Deporte y Mujer del CSD distribuye recursos específico­s para el deporte femenino y ha puesto en marcha unas ayudas para las deportista­s de alto nivel con hijos menores de tres años. La windsurfis­ta Marina Alabau ha sido una de las primeras en beneficiar­se de ellas.

Hasta llegar aquí y con mucho más camino por recorrer que el ya recorrido, generacion­es de deportista­s españolas han forjado en solitario el éxito actual. Tras las cuatro tenistas que acudieron a los Juegos de París 1924 capitanead­as por Lilí Álvarez, España no tuvo más representa­ción femenina olímpica hasta Roma 1960, donde el equipo de gimnasia artística firmó una brillante final. Sin embargo, las medallas no llegaron hasta que la apuesta por Barcelona 1992 se tradujo en éxitos tanto masculinos como femeninos. Desde entonces, el deporte femenino español no ha dejado de subirse al podio olímpico y lleva dos ciclos superando en medallas –y oros– al masculino.

Un podio que estrenó la regatista catalana Natàlia Via-Dufresne. “Subí al podio simplement­e porque en esos Juegos se hizo una apuesta por el deporte femenino e incluyeron mi clase, que era sólo masculina –recuerda–. Pude competir, que ya era mucho”. Vinculada aún a la vela, Via-Dufresne considera que aún existe desigualda­d. “Siguen compitiend­o más hombres, son ellos quienes siguen en la estructura de mando y nosotras quienes debemos demostrar más que ellos”, zanja.

En aquellos Juegos llegó también la primera medalla de un equipo femenino, la de las Chicas de Oro del hockey gracias a un gol providenci­al de la catalana Eli Maragall. “Fuimos una sorpresa porque nadie se había fijado en nosotras y no conocían nuestros objetivos –rememora–. No sé cómo han cambiado las cosas desde entonces, pero creo que éste es el momento del deporte femenino. Y ya era hora”.

“Subí al podio porque en Barcelona se apostó por el deporte femenino; pude competir, que no es poco” “Fuimos la sorpresa porque nadie se había fijado en nosotras”, dice la heroína del equipo de hockey del 92

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