La Vanguardia (1ª edición)

Y sin necesidad de paridad...

- Joaquín Luna

Hay una corriente de opinión, con mucho eco mediático y un punto arrogante, que exige paridad en la sociedad española. Sobre todo en aquellos sectores y empleos golososos: puestos directivos, cátedras, ministerio­s, tertulias, columnas de opinión, consejos de administra­ción... Sobre la desigualda­d de género en los mataderos, por ejemplo, nadie dice nada.

El éxito del deporte femenino español es un chollo para los opinadores: caben todas las interpreta­ciones. Como todas las victorias, tiene cien padres (las derrotas, ninguno). Ya lo siento pero tengo una idea y es clara: el mérito principal es el de las 143 olímpicas y el mérito principalí­simo es el de las nueve medallista­s. Si hubiesen fracasado, el fracaso, digo yo, sería también suyo y no el de toda la sociedad...

Los Juegos de Río han sido un verdadero “gran salto adelante” y no el de Mao Zedong en la China de 1958. Nunca se habían alcanzado cifras semejantes y nunca estas cifras han demostrado que, con medios y a día de hoy, las españolas llegan a donde ellas quieran llegar. Ese 53% de medallas femeninas es una derrota de quienes reclaman cuotas, paridad por decreto y medidas que no dejan de perpetuar a la “mujer florero”.

El éxito femenino en Río de Janeiro es la reivindica­ción de la “meritocrac­ia” y el principio del fin de aquella sociedad española que asignaba roles. Ojalá se hubiera llegado antes pero teniendo en cuenta el punto de partida... –en estas páginas Santiago Segurola ya recordó los pormenores de los JJ.OO. de México 68 con solo dos participan­tes españolas–. Pero hemos llegado y esa tendencia viene para quedarse porque muchas de estas deportista­s ya han pasado a categoría de ídolos y modelos naturales

Si alguna de estas medallista­s hubiese ido a Río por ley –la exigencia de paridad de géneros–, ¿tendría hoy el mérito que tiene?

para los niños. Son los méritos, no las cuotas. Si alguna de estas olímpicas hubiera conseguido el billete a Río por ser mujer –supongamos que una ley obligase a tener delegacion­es con una paridad del 50%–, ¿tendría hoy el mérito que tiene lo que han conseguido? (con el plus más que simbólico de que la palista Maialen Chorraut es madre de Ane, una niña de tres años, la primera madre española con un oro olímpico).

Gracias a estas personales historias de éxito y sacrificio­s, los medios se han acercado también –de forma natural y no impostada– a la paridad en las informacio­nes. Durante los JJ.OO. las cabeceras de esta diario en la sección de Deportes han rozado el equilibrio.

Naturalmen­te, volvemos al paisaje habitual: el fútbol reaparece y se engulle al deporte. Y aún manda el fútbol masculino y mandan el Madrid y el Barça. No es una cuestión de género, sino de audiencia y realismo, y si no, que nos los digan a los cuatro gatos que muchos domingos vamos al campo del CE Europa.

Todo llega (y me temo que todo pasa).

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