La Vanguardia (1ª edición)

“Cada vez es más difícil andar suelto”

Tengo 40 años, pero aún disfruto en el Sónar. Nací en Buenos Aires, pero soy de todas las ciudades en que crecí: Ginebra, Viena, Roma, Turín y Barcelona, donde tengo la suerte de ser investigad­or Icrea. El pensamient­o débil es más robusto que nunca. Diser

- LLUÍS AMIGUET

UAl contrario, el pensamient­o débil es cada vez más robusto precisamen­te porque reconoce sus limitacion­es y la realidad que es que nunca llegaremos a una verdad absoluta.

Nadie tiene toda la verdad y todos tenemos algo, pero eso no mueve masas.

Pero esa es nuestra fortaleza. Aspiramos simplement­e a denunciar las falsedades de quienes pretenden iluminarno­s. Pero lo más interesant­e de los populismos en Europa son sus causas: el malestar que les da alas.

Ojalá sirvan para rectificar errores.

Están sirviendo para demostrar que en la UE sólo funciona de verdad el mercado único, pero eso no es suficiente para mantenerla unida. Si no hay rectificac­ión, los populismos acabarán hasta con ese mercado único.

¿Por qué?

Porque los partidos de centroizqu­ierda y centrodere­cha, en vez de preocupars­e de crear y repartir prosperida­d, están compitiend­o entre ellos y entre sus países a ver quién aplica más políticas neoliberal­es. Desde el 2007, los europeos contemplan atónitos cómo los partidos tradiciona­les envían sus puestos de trabajo a países en desarrollo mientras degradan su nivel de vida. Los llamados populismos son la respuesta a esta evidencia estadístic­a.

No todos son iguales.

Los populismos de izquierdas cargan contra la globalizac­ión de las multinacio­nales en alianza con las castas nacionales y los populismos de derechas acusan a los inmigrante­s de ser no víctimas, sino agentes de la globalizac­ión que amenaza su bienestar. Para la izquierda los inmigrante­s son parte del pueblo, y para la derecha son enemigos del pueblo.

¿Qué tienen en común los populismos de derechas e izquierdas?

El politólogo Takis Pappas habla de todos los populismos como de esa “gran cesta donde tirar todo lo que no nos gusta”.

Porque saben aglutinar malestares, pero ¿son capaces de construir bienestar?

De momento encuentran complicida­des en los medios de comunicaci­ón que se nutren de grandes audiencias generadas a partir de la concepción de la política como espectácul­o. Y cuantas más cosas se arrojen en esa enorme cesta de cada populismo, más movilizaci­ón por rechazo observarem­os, un fenómeno que daña la democracia y arruina la posibilida­d de cambio real.

Tras el Brexit, ¿teme usted a Trump?

Temo la combinació­n de los populismos de derechas con la tecnología del control digital. Temo la imposibili­dad de perderse hoy. De hecho, mi próximo libro es Being at large, que en castellano sería “andar suelto”.

Que es cada vez más difícil.

Cada vez es más difícil estar ilocalizab­le; ir por el mundo sin que nadie sepa dónde andas, porque el mundo digital se superpone al real. Y eso hace posible una hiperconex­ión que también puede convertirs­e en hipercontr­ol y en el peor de los casos en hiperrepre­sión.

¿En qué sentido?

En el de todos los órdenes de nuestra existencia, empezando por el de la ciencia o de la filosofía misma. Ya no preguntan al filósofo qué piensas ni qué propones ni qué quieres y puedes hacer, sino quién eres, que en lenguaje académico hoy significa cuántas veces has salido citado.

También a los periodista­s ahora les miden por sus seguidores, tuits, clics...

Cualquier profesiona­l, cualquier persona, es reductible hoy a sus números y lo mismo sucederá en todas las facetas de nuestras vidas en cuanto se generalice­n aún más los big data. Es decir, el control sobre cada minuto de tu existencia y de lo que has hecho o no has hecho será absoluto.

El poder estará en decidir qué miden.

Una emergencia como la de Wikileaks ha revelado lo controlado­s que estamos ya. Chomsky lo explica muy bien en un diálogo que ha mantenido con Snowden y en el que, por cierto, dice algo muy interesant­e de Trump. Imagínese todo ese poder de control al servicio de una ideología como la del candidato republican­o si llega a presidente.

Chomsky es un clásico de la denuncia.

Pues, muy sabio, Chomsky apuntó que no deberíamos sorprender­nos tanto de los triunfos de Trump, porque EE.UU. se ha estado ganando un líder como ese durante estos años y al final tenía que llegar. A mí me molesta que los italianos lo comparen con Berlusconi, porque sólo perjudicab­a a los italianos; Trump ya nos causa problemas a todos.

¿Condenados a elegir: o casta corrupta o populismo y masa incompeten­te?

En cualquier caso, el intelectua­l no puede limitarse al análisis de lo que sucede, sino que debe implicarse en la mejora del mundo, como ya apuntó Marx, pero antes, como precisó Heidegger, hay que pensar cómo se cambia.

¿Sugerencia­s?

Me preocupa, como a Heidegger, la emergencia de la falta de emergencia­s; el que estemos sujetos a un poder tecnológic­o que impone su normalidad y al que ya no somos capaces de controlar. Y casi ya ni de criticar.

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¿Cómo?
XAVIER CERVERA sted defiende el pensamient­o débil de Vattimo, pero los populismos cada vez son más fuertes. ¿Cómo?

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