Jeringuillas en la calle
Los vecinos de la Illa Robador denuncian ante la Síndica que se ha agravado la degradación de la vía pública y que se ha disparado el consumo de heroína
La Síndica de Barcelona, Maria Assumpció Vilà, paseó anteayer por la calle Robador. Vio a las prostitutas callejeras que cualquier ciudadano puede apreciar por esta zona de Ciutat Vella a casi cualquier hora. No observó un servicio de limpieza especial ni un dispositivo de vigilancia fuera de lo común. La defensora de los ciudadanos volverá a pasear por estos rincones una noche de esta semana para averiguar qué hay de cierto en la denuncia de los vecinos de los alrededores de la plaza Salvador Seguí, la zona conocida como Illa Robador.
De momento, Vilà ya ha pedido información al Ayuntamiento. También busca datos que corroboren si es verdad, como sostiene la denuncia, que se ha agravado la degradación del espacio público y se ha incrementado el número de jeringuillas recogidas en la vía pública. La asociación de vecinos ha asegurado ante la Síndica que vuelve a ser común la presencia de toxicómanos que consumen en la calle y abandonan las jeringuillas.
El escrito de protesta atribuye estos hechos a la reducción de horarios de la sala de venopunción Baluard, de titularidad pública y que atiende una oenegé cerca de las Drassanes. La denuncia dibuja un panorama desalentador: pisos donde se ejerce la prostitución y se trapichea con drogas, peleas, ruidos nocturnos, suciedad... La zona de juegos infantiles que hay junto al edificio de la Filmoteca, aseguran los denunciantes, se utiliza como urinarios y es frecuente escenario de actos incívicos. No es la primera vez que la paciencia de los vecinos se agota por hechos parecidos. Hace años recopilaron un álbum fotográfico (la imagen de arriba es una muestra) que constituía todo un manual de lo que nunca se debería hacer en las calles.
La Sindicatura, que se encarga de velar por los intereses de los ciudadanos de Barcelona ante las instituciones municipales, admite que algunas de estas situaciones “se hayan enquistado desde hace años”. Pero los vecinos aseguran que otras han reaparecido como un Guadiana. Hacía años, por ejemplo, que el consumo de droga por vía parenteral no era visible y ahora sí lo es. Otros indicadores alertan de que la heroína, que nunca había desaparecido del todo, pero que parecía haber tocado fondo, ha vuelto a Barcelona. Los precios han caído (y las sustancias que se inyectan los toxicómanos están cada vez más adulteradas). Hay puntos de Barcelona y de Sant Adrià de Besòs donde los traficantes aceptan casi cualquier cosa a cambio de la dosis. A veces, incluso, entregan el caballo a cuenta, con la promesa de que los heroinómanos volverán a pagar en cuanto tengan dinero.
Esta es la segunda denuncia que la asociación de vecinos de Illa Robador presenta este año. Un escrito de abril criticaba “el uso intensivo de la vía pública por los negocios de la prostitución”. La mayoría de mujeres que hacen la calle son víctimas de mafias del Este, según fuentes policiales y vecinales. El Ayuntamiento contestó el requerimiento que hizo entonces Maria Assumpció Vilà a mediados de este mes. La Síndica, sin embargo, no hará de momento dictamen alguno, puesto que a raíz de esta nueva queja ha solicitado una ampliación del informe a los técnicos municipales.
Entre otras cuestiones, la defensora de los ciudadanos quiere saber cuántas actuaciones ha realizado la Guardia Urbana desde el verano del 2015. También se pregunta “qué modificaciones horarias se han realizado en la sala de venopunción y por qué”. No parece un asunto fácil de resolver. Ahí está la cuestión de la limpieza, por ejemplo. Los propios vecinos reconocen que hay puntos donde los operarios limpian con mangueras hasta tres veces al día. “El problema es el incivismo que aparece una y otra vez: preservativos que se tiran desde las ventanas, latas de cerveza que se beben y se arrojan a la calle, jeringuillas...”
El consumo de drogas por vía intravenosa, que hace años parecía haber tocado fondo, reaparece con fuerza