Courtney Cox se lamenta de sus retoques estéticos
La actriz de ‘Friends’ acepta envejecer como norma de vida
Courtney Cox (52) es una de las primeras actrices que hace público su arrepentimiento por combatir el envejecimiento a base de bótox y otros productos similares.
La recordada Monica Geller de la serie Friends lo contó en el programa televisivo Running Wild With Bear Grylls, donde los famosos practican deportes de riesgo pero, inesperadamente, abrió su corazón. “Hice cosas que lamento, que por suerte se disuelven y desaparecen. Eso es bueno...”, dijo refiriéndose a las dosis de bótox que la gente usa para atenuar arrugas, y los actores –en fila india detrás de Nicole Kidman–, para quitarse la expresividad”.
Cox habló de decisiones equivocadas. Tras la última inyección, reconoció verse rarísima y asumió que le costaba tanto gesticular que no estaba segura si estaba lista para interpretar una comedia o para ingresar en el Museo de Cera de Madame Tussauds. “Hacerse mayor no es algo fácil de asimilar. Pero he aprendido la lección. El problema fue que yo estaba tratando de ganarle la partida al envejecimiento a cambio de no poder mover la cara y sentirme atrapada en mi propia piel”, declaró.
Un año atrás sufrió el síndrome Renée Zellweger, al sentirse atacada por la prensa debido a la excesiva tersura de su cutis y el rasgado de sus ojos tal como habían apreciado en la mencionada actriz. Tres meses después de su aparición pública en la que llamó la atención por su transformación, en una carta a primeros de este agosto, Zellweger, furiosa, negó haberse alterado el rostro. Todo lo contrario que Cox: “A veces no te das cuenta de lo que estás haciendo, pero de pronto te miras en el espejo y dices: Oh, God!, tengo un aspecto horrible. Ahora me dejo llevar con un nuevo lema: Déjalo estar”.
Cox había llegado al extremo en cuanto a retoques, y poco o nada queda de la joven que enamoraba a Bruce Springteen en el vídeo de Dancing in the dark, allá por 1984. Pero en lugar de negarlo, habló: “Para una mujer en esta industria, el hecho de envejecer no es fácil. Pero he aprendido la lección”, contó para añadir: “Hay algunas partes de envejecer que son buenas, como por ejemplo ver a mi hija Coco, de 12 años, atravesar el juego de la vida. Veo tanto de mí en ella y estoy encantada de haber podido aprender lo suficiente como para ayudarla en los momentos difíciles”, concluyó.