Los riesgos de la obediencia
Experimenter: La historia de Stanley Milgram Dirección: Michael Almereyda Intérpretes: Peter Sarsgaard, Winona Ryder, Jim Gaffigan, Edoardo Ballerini Producción: EE.UU, 2015. Duración: 90 minutos. Biográfica. Fallecido en 1984, Stanley Milgram fue gran autoridad en psicología social, célebre por haber ahondado en la teoría de los seis grados de separación y, sobre todo, por su tratado sobre la obediencia, que cuajó allá por los años sesenta gracias a unos experimentos de laboratorio muy polémicos, pues usó a seres humanos como cobayas instándoles a aplicar castigos (ellos creían, aunque no era cierto, que descargas eléctricas) a sus semejantes si estos fallaban en las respuestas de un test de memoria. La conclusión de Milgram, que era de ascendencia judía, era que el ser humano es sumiso y obedece ciegamente a lo que se le pide aun siendo consciente de estar obrando mal, y llevó a relacionar su experimento con lo ocurrido en el Holocausto nazi, tomando a Eichmann, el otro Adolf, como ejemplo.
Cineasta extraño, anfibio, experimental, de trayectoria tan irregular como curiosa desde que hace ya más de veinte años estrenó Nadja (filme de vampiros contemporáneos producido por David Lynch), el estadounidense Michael Almereyda nos presenta ahora su muy sugestivo biopic de la figura de Milgram. Como era de esperar en él, Almereyda huye del retrato convencional y ofrece una obra estéticamente aséptica, algo fría de exposición, donde Peter Sarsgaard, un impecable Milgram, explica constantemente sus pensamientos al espectador, desinhibiéndose de la escena que protagoniza y de quienes le acompañan, convertido en una suerte de demiurgo que conduce la narración a su antojo. Y, cuando le conviene, Almereyda destierra el realismo con efecto teatral: los decorados que son meras paredes con fotos en blanco y negro gigantescas. O hace pasear por un pasillo, porque sí, a un elefante. Recursos juguetones de distanciamiento brechtiano que dan a la obra una ligereza casi de comedia y rebajan la densidad de su riguroso discurso científico, haciéndolo asequible a todo tipo de espectador. Otro estímulo: la presencia, dando vida a la esposa de Milgram, de una Winona Ryder que, tanto aquí como en la serie Stranger things, parece iniciar una nueva y feliz carrera.