Donald, ¿qué les das?

Donald Trump la ha armado, esta vez de verdad, porque una cosa es despreciar a los hispanos que comen fríjoles y no se aficionan al golf ni a tiros o a los negros que pasan el día procreando y por eso nunca salen del gueto y otra muy distinta es mostrarse vulgar, muy vulgar, y anunciar al electorado masculino tu disposición a magrear esposas, novias, amantes o a tu tía mormona de Wichita. Al electorado femenino ya lo tenía de uñas...

Cuando lean esta columna, Donald Trump se habrá dirigido a la nación (hoy paso de escribir “a los estadounidenses y las estadounidensas”), en el segundo debate con Clinton.

–¡No hay para tanto! Ya sabéis como soy. It’s Donald time, babies! ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La cosecha política del 2016 es la peor en la historia desde 1945. Las dos grandes democracias (Gran Bretaña y Estados Unidos) están votando como si fueran Chechenia: unos dan un portazo a Europa y después se asustan y otros dan votos, nominación y alas a Donald Trump, un pichabrava sin la gracia de Silvio Berlusconi.

Hasta el sábado, uno no descartaba a Trump en la elección a la Casa Blanca. ¿Se habían vuelto idiotas los estadounidenses? No. Simplemente, hay un sector nada despreciable de la población que se siente ninguneado por Washington DC y Wall Street y sólo aspira a romper la baraja. Esos votantes saben –no, no se han vueltos idiotas– que Trump no tiene soluciones, ni ideas ni rumbo. Ya saben que es otro espejismo de la cosecha nefasta del 2016 –a grandes retos, eslóganes simplistas–. Y tampoco ignoran que Hillary Clinton, que se ha forrado “sirviendo” al país, está más preparada, es más culta, sabe dónde cae Chisinau y no dice nada políticamente incorrecto. Si usted creyera que el establishment existe y se lucra más que nunca a costa de chuparle la sangre y dejar sin porvenir a los hijos, ¿a quién votaría? Al imbécil de Donald Trump porque nunca ha existido un candidato en EE.UU. tan imbécil ni más ideal para tocar las narices a tanta gente poderosa... ¿O acaso esa grabación del 2005 ha aparecido hoy por gentileza de las Sisters of Charity de Tucson?

Lo de “agarrarlas por el coño” es una vulgaridad pero no es la primera. Que Trump ve a las mujeres como “floreros” es bastante obvio y no se le puede acusar de incoherente: basta repasar a sus esposas (muchos de sus críticos actúan a la inversa en sus vidas).

¿Qué hace distinto este error? El candidato machista ha sido muy vulgar y aparte de ofender a la mujer ha molestado a otros hombres –son muchos– que creen que “sus” mujeres no pueden quedarse solas ante semejante monstruo, capaz de decir groseramente lo que tantas estrellas del rock han reconocido, disfrutado y contado: mujeres de toda condición se les ofrecían tras alcanzar la fama.

Aterra la vulgaridad de Trump, acaso por lo que puede tener de cierta.

Nunca ha existido un candidato tan imbécil ni tan ideal para tocar tanto las narices al ‘establishment’