Aplausos para ‘Macbeth’
Macbeth
Autor: Giuiseppe Verdi Intérpretes: Ludovic Tézier (Macbeth); Martina Serafin (Lady Macbeth); Vitalij Kowaljow (Banco); Saimir Pirgu (Macduff); Albert Casals (Malcolm); Anna Puche (Dama); David Sánchez (Metge); Marc Canturri (Servent/ Sicari/Herald). Ballet. Cor del Gran Teatre del Liceu. Dir: Conxita Garcia. Orquestra del G. Teatre del Liceu. Dir: Giampaolo Bisanti. Producción: Grand Théâtre de Genève. Dirección escénica: Christof Loy, repuesta por JeanFrançois Kessler. Escenografía: Jjonas Dahlberg. Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (7/X/2016)
El público asistió a la inauguración de la temporada del Liceu un poco asustado porque se había anunciado una producción de Macbeth muy innovadora, pero después apreció la calidad estética de las ideas y la fidelidad esencial al drama verdiano (que se desarrolló en la versión de 1865, es decir, retocada por el propio Verdi para el estreno de la obra en París, donde dio a la protagonista el aria La luce langue y cambió el final).
En el papel de Macbeth se volvió a presentar en el Liceu el prestigioso barítono francés Ludovic Tézier, que añadió un nuevo éxito a la cadena de aciertos que ha tenido en nuestro teatro, haciendo un Macbeth de voz intensa y con resonancias humanas que le pegan al personaje por su carácter menos malo que el de su esposa. Esta fue interpretada por Martina Serafin, la soprano vienesa que recordamos del Rosenkavalier de hace pocos años, y de otros roles como el de Abigaille del Nabucco. En el Liceu empezó su actuación quizás con un poco menos de fuerza de la esperada, pero en sus intervenciones sucesivas fue configurando un personaje lo bastante intenso como para resultar creíble, sobre todo en el aria del último acto. Por otra parte, lució un vestuario muy notable. Como Banco, Vitalij Kowaljow cumplió con buenos medios vocales e interpretó muy bien el aria Come dal ciel precipita, que es alta para un bajo y baja para un barítono y rara vez queda tan bien como en esta ocasión. Saimir Pirgu, el excelente tenor albanés que ya nos ha visitado algunas veces, dio vida al personaje de Macduff, al que Verdi le dio un aria importante casi al final, y, curiosamente, le hizo compartir la cabaletta con el otro tenor de la obra, Malcolm, que Albert Casals cantó con gran capacidad y timbre excelente. David Sánchez lució una voz de bajo bien timbrada como Médico, Anna Puche se hizo notar como Dama y Marc Canturri fue un destacable Sicario, Sirviente y Heraldo.
Pero la joya de la corona fue el Cor del Gran Teatre del Liceu, a un gran nivel bajo la firme mano de Conxita Garcia. La orquesta sonó francamente bien bajo la dirección competente de Giampaolo Bisanti. La producción nos obsequió con una persistente chimenea y prefirió que hubiera una mesa de invitados durante el segundo acto, que fue un estorbo para el asesinato de Banco y que en realidad no tenía ningún sentido escénico de la forma que se nos presentó.
Menos mal que, en compensación, la producción de Christof Loy tuvo el acierto de rescatar el ballet en una época que es casi un milagro. El público se fue calentando poco a poco y los cantantes saludaron varias veces.