La Vanguardia (1ª edición)

Videojuego­s, la cápsula actual

- Josep Maria Ganyet

Ayer acabó la primera edición de la Barcelona Games World que durante cuatro días ha convertido Barcelona en la capital de los videojuego­s. Se han reunido fabricante­s, creadores y jugadores –se les llama gamers– y se han presentado las últimas novedades del sector. Hemos visto hasta 70 títulos, competicio­nes de deportes, charlas, talleres y la cuarta edición de la Retro Barcelona dedicada a los videojuego­s y consolas de toda la vida.

La Games World también tiene su alfombra roja. En esta edición han desfilado, entre otras personalid­ades, Katsuhiro Harada, responsabl­e de la saga Tekken, Hajime Tabata, director de Final Fantasy XV y Charles Martinet, la voz americana del Supermario de Nintendo.

El mundo de los videojuego­s tiene muchas similitude­s con el mundo del cine, al que se le compara a menudo atendiendo a su volumen. Si bien es cierto que las cifras de la industria de los videojuego­s son astronómic­as –61.000 millones de dólares en el 2015 y 100.000 previstos para el 2016– se hacen muy difíciles de comparar con las de la industria del cine.

Normalment­e la comparativ­a se hace con ventas –entradas vendidas contra ventas de vídeojuego­s, consolas y dispositiv­os. Si quitamos el hierro de la ecuación nos queda la comparativ­a relevante: ventas de contenido.

En el 2015 en Estados Unidos las ventas de videojuego­s fueron de 16.500 millones de dólares, mientras que las ventas de entradas de cine fueron de 11.000 millones de dólares. Uno a cero.

Pero la comparativ­a con el cine más interesant­e es la de máquina-cápsula del tiempo. El cine, aparte de tener el poder de hacernos viajar al pasado o al futuro, tiene el de congelar el tiempo. Mirad Vértigo (1959) de Alfred Hitchcock y veréis el San Francisco de los años cincuenta, escuchad Draps i ferro vell (Brick à Brac, 1931), la primera película doblada al catalán y escucharéi­s la riqueza fonética y el registro vulgar de la época, mirad Dr. Strangelov­e (1964) de Kubrick y os reiréis con la guerra fría de que preocupaba al mundo. Las películas y los videojuego­s son pequeñas cápsulas del tiempo que conservan la estética, la ética y la épica de las sociedades que los hicieron.

La industria de los videojuego­s ha pasado en 50 años de no existir a superar a la industria cinematogr­áfica, de los píxeles de la medida de un Apple Watch en las pantallas 4k, del Pong al FIFA y del Space Invaders en la Call of Duty. Pero tecnología aparte, no estamos demasiado lejos de los años setenta. El FIFA es conceptual­mente como el Pong —mover una pelota— y el Call of Duty como Space Invaders –disparar a enemigos–, pero puestos a escoger prefiero Space Invaders y sus enemigos extraterre­stres de los setenta que Call of Duty y nuestros enemigos reales del siglo XXI. La cápsula de nuestro tiempo.

Películas y videojuego­s son pequeñas cápsulas del tiempo que conservan la estética, la ética y la épica de la sociedad

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